"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Insistió ayer David Cronenberg en que él no se considera con la sabiduría necesaria para ir dando lecciones, pero la rueda de prensa dejó bien patente la admiración e inspiración que la obra del cineasta canadiense despierta. Y demostró que sabiduría no le falta. El segundo Premio Donostia de esta edición posee una fascinante carrera como director a lo largo de casi medio siglo, que nace como autor de culto dentro del género de terror y fantástico y desemboca en el cineasta consagrado que nos ha aportado películas tan destacadas como, por citar sólo algunas, Scanners, La mosca, Inseparables, Crash o Una historia de violencia. Títulos que aportan imágenes incrustadas en el cerebro de generaciones de aficionados al cine y que conforman un universo propio perfectamente reconocible y con obsesiones recurrentes, como poner en primer término las enfermedades de cuerpo y mente, los impulsos más inconscientes del ser humano, o la relación entre lo orgánico y la tecnología.
Esa relación entre el cuerpo y la tecnología y el futuro al que nos puede conducir resulta tema ineludible cuando se comenta su obra. “¿El futuro? Llevo audífono para poder oír, me operaron hace poco de cataratas, llevo implantes, así que… Soy biónico. El futuro soy yo”. Más en serio, Cronenberg reconoce que no se siente optimista y que tiene una seria preocupación por lo que hemos creado para transformar el mundo como parte de nuestra propia evolución como especie, y por ese impulso destructivo que reside en nosotros. Son temas habituales en su obra. “Pero siempre me ha interesado la tecnología y tener acceso a ella. Hoy en día si tienes un buen teléfono móvil puedes hacer una película decente. En mi carrera siempre he utilizado tecnologías que no se consideran muy profesionales para hace cine, pero me gusta experimentar con la tecnología y saber qué es lo que hacen los jóvenes cineastas con ella”. Jóvenes a quienes no se siente autorizado para dar consejos útiles: “Todo ha cambiado demasiado desde que yo empecé. ¿Qué les puedo decir? Que sean fuertes. Se sufre haciendo cine. El cine no es para débiles”.
La obra de Cronenberg siempre ha resultado provocadora en el mejor sentido, no por la búsqueda del shock gratuito, sino por su capacidad de provocar reacciones intensas en el espectador y seguir acompañándole con el tiempo. “Dicen que empujo al público al límite, pero no es así. Me empujo al límite a mí mismo. Decía Hitchcock que el público son marionetas. Yo no estoy de acuerdo. Experimento con mis películas a medida que las voy haciendo para ver si revelan alguna verdad, y luego se las dejo al público con la pregunta: ¿qué sentís?”.
Artista y criminal
Sus habituales obsesiones son recuperadas en Crimes of the Future, su último film, que presenta en San Sebastián. Un mundo en el que la especie humana padece continuas mutaciones para adaptarse a un entorno cada vez más sintético y en el que el arte consiste en la exhibición pública de cirugías y autopsias. “Los artistas son criminales porque el arte en esencia es criminal. Hemos reprimido instintos para poder avanzar como civilización. El artista indaga en esos instintos y en las partes destructivas inconscientes de nosotros mismos. La atracción del cine, del arte, por lo prohibido, es evidente”. No será su última película. “Premios como este me animan a seguir haciendo cine. Prometo cometer más crímenes en el futuro en forma de películas”. Y nosotros nos congratulamos de que sigamos contando con un cineasta que tenía vocación de novelista. “Pero fui raptado por el cine”.
Gonzalo García Chasco