"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tengo sueños eléctricos llega a Horizontes Latinos triplemente premiada: mejor dirección, mejor actriz y mejor actor en el Festival de Locarno. Su directora, Valentina Maurel (San José, Costa Rica, 1988), confiesa que intenta “no pensar en ello, pero estoy muy contenta. Desde Locarno vivo en una clase de sueño, semi despierta. Los premios han generado bastante ruido y tengo la sensación de que irá más gente a ver la película”.
En su primer largo, Maurel nos cuenta la historia de Eva, una adolescente costarricense que quiere irse a vivir con su padre que, tras su divorcio, vive desorientado su segunda adolescencia. “Quería hablar de la relación con el padre desde otro lugar. Se ha hablado mucho de la relación padre-hijo y también de la violencia que involucra este tipo de relaciones de una forma fácil a nivel moral”, comenta la directora. Su intención con Tengo sueños eléctricos era “hacer una película un poco más complicada. Me parecía importante que no se distinguiera si se juzga o no al padre en la historia”.
La cineasta se adentra en una temática que concierne al espectador: “En la costumbre innata de querer a personas que son difíciles en el ámbito familiar, que nos hacen daño, pero en las que, a su vez, encontramos amor”. Así ocurre con el padre de Eva, un ser en el que se confunde vitalidad con violencia, a la vez que irradia sensibilidad. La idea de Maurel era “posicionar al espectador en ese lugar complejo. Quería hablar de la herencia de los padres que, por un lado, es algo sumamente positivo, una suerte y, por otro, una maldición. Quería ahondar en ambas cosas sin separarlas, sin categorizarlas, sino mezclándolas porque las relaciones siempre son así. Quería personajes que tuvieran esa ambivalencia, esa posición de vida y esa posición de muerte”.
Los protagonistas los fue construyendo poco a poco junto con los intérpretes del film, Reinaldo Amien y Daniela Marín. La cineasta afirma que “me gusta pensar en los personajes a través de lo que expresa y transmite su cuerpo”. Así, en su primer largo se centra en ese padre violento y a la vez tierno y en esa adolescente en mutación: “Los jóvenes son mutantes, tienen ese descubrimiento del deseo, esa urgencia física. Pensé en dos mundos que entran en colisión; ella, intentando acceder al mundo de los adultos, dándose cuenta de que no existen adultos a su alrededor”.
Tengo sueños eléctricos podría catalogarse como una suerte de coming- of age del cine. Sin embargo, en este caso, su protagonista no encontrará su puerto de llegada a pesar de la intensa búsqueda.
La directora cuenta con varios cortos premiados en su carrera: Paul Is Here, que recibió en 2017 el primer premio en la sección Cinéfondation del Festival de Cannes y Lucía en el limbo, que obtuvo el primer premio en el Festival de Guanajuato (México). Sobre la diferencia entre la dirección de un corto o un largo opina que “el nivel de intensidad de rodaje de un largo es más cansado, pero los vivo igual. Siempre hemos tenido una simbiosis muy fuerte con el equipo, pero a nivel de escritura el largo me permitió profundizar en temas que solo había podido rozar con los cortos. Eso fue lo que más disfruté; me resultó incluso más fácil escribir esta película. De pronto podía dar rienda suelta a mis intuiciones, a mi deseo de desarrollar personajes”.
María Aranda