"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Pornomelancolía aterriza en la Sección Oficial con una ausencia difícil de ignorar. Lalo Santos, el magnético intérprete que se recrea a si mismo enfrente de la cámara, ha alzado una polémica en Twitter denunciando falta de sensibilidad por parte del director y la producción, y que su salud mental se vio afectada. “Se supone que debería estar alegre porque voy a ser exhibido próximamente en el Festival de Cine de San Sebastián. […] No asistiré a la proyección porque no estoy de acuerdo con las condiciones en las que se realizó la película”, tuiteó Santos el pasado 25 de agosto, cuando el Festival anunció que Pornomelancolía iba a competir en la sección más destacada. El cuarto largometraje del director argentino Manuel Abramovich es el retrato de un sex-influencer que postea fotos de su cuerpo en redes y se va introduciendo en el mundo del porno más profesional mientras parece vivir en una permanente melancolía. Esto está, en buena medida, basado en las vivencias del mismo Lalo Santos. “En mis películas me interesa invitar a personas a convertirse en personajes. Pienso que todos vivimos interpretando a personajes para sobrevivir”, explica Abramovich al inicio de la rueda de prensa que se celebró ayer, después de su estreno. El director contactó a Santos a través de las redes sociales, donde Lalo dirigía su propia vida para una audiencia virtual con mucho humor e ironía. Esto, a Manuel, le fascinó. “Vi que él reflexionaba sobre los mismos temas que me preocupaban”: el trabajo sexual, el VIH, el racismo, el colonialismo y la masculinidad, que Abramovich ya había tratado como tema central de sus últimas películas. Así se inició un proceso de cuatro años donde construyeron la película juntos, pensando en como transformar todas esas ideas políticas en escenas: “Siempre pienso las películas desde un lugar de invitación a colaborar”.
Gema Juárez Allen, la productora argentina, se encargó de que el proyecto consiguiese la financiación, y en ese sentido, alabó la virtud del director de ser muy claro: “Manuel viene siempre con las ideas muy construidas”, así les fue fácil convencer a los futuros coproductores, y conseguir fondos. Pasaban un clip de la escena del casting y sentían que la desconexión emocional que nos conlleva estar ahogados en las redes sociales, donde todo es personaje, apelaba a todo aquel que escuchaba sobre el proyecto.
También aquí en Donostia Abramovich pudo compartir Pornomelancolía cuando se llamaba Oasis y solo era un proyecto en desarrollo. En 2018 el argentino fue seleccionado para participar en Ikusmira Berriak y el año pasado estuvo en WIP Latam, el programa de apoyo para películas latinoamericanas en fase de postproducción. “La película empezó aquí”, dice emocionado.
De hecho, la propia película también muestra otra película que está en proceso de edición en este momento dirigida por Diablo, el nombre detrás de la pornográfica Mecos Films. Se trata del rodaje de esa película sexual que pone en juego elementos de la identidad nacional mexicana, trama que ocupa buena parte de Pornomelancolía. Hablando de la última, el director aclaró: “Es una película sobre la soledad. El porno solo fue nuestro escenario para hablar de la vulnerabilidad”. Una vulnerabilidad que se pudo palpar en la sala de ruedas de prensa: “Es un honor increíble estrenar en San Sebastián, pero muy triste que Lalo no esté aquí a mi lado. Estoy desconcertado”. Para Abramovich es un momento de aprendizaje, dice que se sigue haciendo preguntas y afirma que sigue creyendo en el riesgo de trabajar con las personas.
Marc Barceló