Aunque tradicionalmente el formato corto ha servido como carta de presentación para cineastas que aspiran más pronto que tarde a realizar un largometraje, existen tantos directores que se sienten cómodos en el relato breve como tantos escritores hay que prefieren el cuento a la novela. Autores consagrados, o con varios largos a sus espaldas, que vuelven al corto periódicamente o no abandonan su práctica jamás. Nunca el corto ha sido el pariente pobre del largo, y el británico Peter Strickland y el surcoreano Lee Chang-dong lo demuestran con creces con sus últimas películas, de 12 y 28 minutos respectivamente, presentadas en Tabakalera-Zabaltegi, la sección del SSIFF en la que el corto y el largo juegan en la misma liga.

El realizador de In Fabric propone en Blank Narcissus (Passion of the Swamp) una fantasía homosexual cercana a veces a la célebre Scorpio Rising de Kenneth Anger, aunque influenciada también por Cocteau y, desde el título, por esa obra maestra en torno a la sexualidad reprimida que es Black Narcissus (Narciso negro) de Michael Powell y Emeric Pressburger. La voz de Michael Brandon, el protagonista de Cuatro moscas sobre terciopelo gris de Dario Argento (otra referencia de Strickland al giallo tras Berberian Sound Studio) simula la de un viejo cineasta que pone comentario a la edición en DVD de un film porno gay suyo realizado clandestinamente en los 70. Habla de las relaciones con el protagonista mientras contemplamos imágenes, forzadas al máximo en su artificio, del joven en un bosque, haciendo una felación a un pene surgido de un árbol o masturbándose

Por su parte, Chang-dong narra en plano secuencia la angustia de un niño de ocho años que escapa del colegio y corre desesperado hasta su casa, pensando que su madre, en estado depresivo, puede suicidarse. Chang-dong rueda poco y selecto. Entre 2007 y 2018 solo tres (magníficos) filmes, Secret Sunshine, Poesía y Burning. Desde este último han pasado cuatro años en los que Changdong solo ha rodado este espléndido Hearbeat, casi media hora en largo plano secuencia en movimiento, generalmente con la cámara colocada justo enfrente del pequeño, cuya expresividad es mayúscula. Escapa de la escuela, pierde la mascarilla cuando escala la verja para salir, encuentra un gorrión muerto en la calle, para en una tienda de pompas de jabón, escucha impasible los comentarios de los mayores –¿Qué haces a estas horas fuera del colegio? ¿Por qué no llevas mascarilla? –, se topa con unos manifestantes despedidos de su trabajo, sube en un ascensor lleno de gente, llora por su madre, golpea la puerta del piso sin hallar respuesta... El corto es como un recorrido breve e intenso por la vida de este niño que salta de la infancia a la madurez antes de tiempo, seguido, acariciado a veces, por la cámara.

Quim Casas