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Que un cineasta novel encuentre acomodo para su ópera prima en la Sección Oficial del Zinemaldia no es algo habitual, por lo que es fácil inferir que estamos ante una propuesta singular. Los aplausos que siguieron a la proyección de Suro en el Kursaal vinieron a refutar esta impresión, algo que se reprodujo en la rueda de prensa posterior donde su director, el donostiarra Mikel Gurrea, acompañado de sus productores e intérpretes tuvo que hacer frente a un aluvión de preguntas, prueba del interés que había suscitado su película.
Suro está ambientada en el Alt Empordà de Girona, donde una joven pareja de arquitectos barceloneses hereda una masía con un bosque de alcornoques. Para descortezar estos con vistas a la producción de corcho contratan a una cuadrilla mixta integrada por obreros del lugar e inmigrantes marroquíes subcontratados. Las tensiones que se van generando alimentan el desasosiego de la pareja a la hora de dar una respuesta individual a lo que implica convertirse en patrones: “Iván y Helena tienen su propio arco de evolución, ninguno de ellos termina la película igual que la comienza, pero en ese tránsito nunca se encuentran”, comentó Gurrea a propósito del diseño de los personajes. Para el director “el conflicto no deja de ser una manera de vincularse, igual no es la mejor manera, pero no deja de ser un vínculo y yo creo que, finalmente, es lo que mantiene unida a esta pareja, que en su deseo de tener una casa termina por perder toda noción de hogar”.
Pol López, el actor encargado de dar vida a Iván, comentó que “lo que define a estos personajes es la dificultad para gestionar sus propias contradicciones, es algo de lo que hablamos mucho durante los ensayos previos al rodaje. Iván en concreto es alguien que viene de un entorno urbano y de una cultura cooperativista y llega a un lugar agreste donde le toca ejercer de propietario. La película muestra cómo existen estructuras sociales que son muy difíciles de revertir y eso es algo que a mi personaje le genera desazón”.
Vicky Luengo, por su parte, destacó que “este ha sido el papel que menos he trabajado desde fuera. Normalmente siempre cojo cosas externas que me inspiran a la hora de construir un personaje, pero para interpretar a Helena tuve que buscar dentro de mí, y afrontar el papel desde la sinceridad porque la película va justamente de eso, de nuestros miedos, de cómo aceptamos al otro y de cómo eso nos condiciona a la hora de intentar ser nosotros mismos”.
Mikel Gurrea quiso destacar la entrega de su pareja protagonista comentando que “son dos actores que se lanzaron a tumba abierta a defender algo complejo, porque los personajes de esta película son muy ambiguos, se definen más por lo que no son que por lo que son”. Las diferentes capas que presentan los personajes y la propia evolución de la historia le sirvieron al director donostiarra para hacer un símil con el argumento del film al afirmar que “como si fueran un alcornoque, Iván y Helena se van quedando desnudos, expuestos y las tensiones que van dándose entre ellos se producen entre la piel y el interior”.
Junto a la pareja protagonista, destaca un reparto de actores no profesionales. A la hora de explicar cómo integró el reparto, Mikel Gurrea tiró de otro símil para explicar que “fue como una jazz band donde hay dos solistas que conocen la partitura y el resto de la banda les sigue con libertad para improvisar”.
Jaime Iglesias