La sección de New Directors reúne muchas novedades y primeras veces, como su nombre indica, pero en esta ocasión también ha sido el motivo para otro primer acontecimiento: la directora Jeong Ji-hye (Busan, 1995) nunca había salido de su país natal, Corea del Sur, hasta que lo ha hecho ahora con su primer largometraje. Para ella estar en el Festival de San Sebastián es un sueño, ya que por primera vez un público extranjero va a ver su trabajo. También, admite con gesto risueño, “porque la ciudad es realmente bonita. Llegué el jueves por la tarde y pude dar un largo paseo antes de que comenzara a llover. Me encantó”. A la capital gipuzkoana le han acompañado la actriz principal, Kim Kum-soon, el actor protagonista y el director de fotografía, expectantes por vivir esta oportunidad.
Jeong-sun, la película que le ha hecho recorrer tantos kilómetros, comenzó como un humilde proyecto con poco presupuesto. Por eso fue una sorpresa que el film ganase el Grand Prize en el Festival de Jeonju. Fue en esta competición coreana donde se estrenó mundialmente y se dio cuenta de que la película era mucho más de lo que ella pensaba. Escribir el guion de un largometraje y dirigirlo ha sido un reto para ella: “Las tomas en un largometraje son también más largas que en el formato corto, trabajas con más actores y hay que intervenir más para conseguir una armonía”.
En el film, que adopta el nombre de la protagonista, Jeong-sun es una madre trabajadora que lleva una vida tranquila. Su hija se acaba de comprometer y parece que todo va a ir bien. Un día comienza una relación amorosa con un compañero de trabajo con el que puede relajarse y ser ella misma. Se ven fuera del trabajo y comparten cariño, risas y conversaciones. Todo se trunca cuando él, sin darse cuenta del daño que puede causar, comparte con los compañeros un vídeo íntimo de ella sin consentimiento.
El tema del acoso sexual era importante para la directora coreana, pero lo era más cómo contarlo. Cuando empezó a escribir el guion, salió a la luz una noticia sobre el acoso sexual y se dio cuenta de que era un problema que afectaba de forma diferente en función de la edad: “Los jóvenes son usuarios asiduos de internet, las nuevas tecnologías y las redes sociales; han nacido con ello y creo que están sensibilizados con este problema de divulgación de fotos no consentidas. Para ellos es un problema que existe y puede pasarles. Sin embargo, los adultos no están tan mentalizados, creen que es un problema que no les va a afectar y, si ocurre, tienen menos recursos para asumir la situación y hacerle frente. Ese es el tabú que yo quería abordar”.
Este es el tema que quería transmitir al público, el mensaje del ciberacoso, pero también algo más: la individualidad de las personas. La protagonista, Jeong-sun, es madre, pero no quiere definirla como solo eso porque “no es solo madre. Jeong-sun es también trabajadora, es también amiga, es mujer, es amante”. Su trabajo en el film era mostrar estas facetas y que todas ellas contribuyesen a crear su nombre.
Tampoco quería mostrar estereotipos en ninguno de los personajes, “porque esta historia es real, puede ocurrir y, como en la vida, las personas no son buenas o malas, tienen matices”. Esto se ve de una forma muy natural y cercana en la pantalla, donde el personaje masculino no es un antagonista al uso ni la relación que mantienen carece de confianza, al contrario, la traición ocurre en una relación aparentemente sana y de seguridad para ambos.
La cineasta se ha nutrido de sus propias experiencias y de aquellos que le rodean para darle mayor credibilidad a la historia. Hace un tiempo ella misma trabajó en una fábrica de alimentos a tiempo parcial y esa vivencia le permitió crear el entorno laboral de la película. Además, le fascina el hecho de que la plantilla de la fábrica es una muestra de cómo funciona la sociedad. Para las relaciones entre los personajes, y en concreto entre madre e hija, recicló anécdotas de su propia madre y las amigas de ella. En Corea del Sur no son tan cariñosos a la hora de hablar, pero sí tienen un vínculo importante. En concreto, en la película, saben que cada uno de ellos no lleva una vida fácil, pero lo asumen y los aceptan como son.
Ayer se estrenó la película ante el público donostiarra y la directora se muestra ilusionada y agradecida por la acogida. Confiesa con una sonrisa que ha recibido muchas felicitaciones y que lo único que lamenta es no disponer de más tiempo con el público para compartir sus impresiones. La cercanía con los espectadores ha sido una experiencia sorprendente y enriquecedora para ella. Quizás el éxito está en que el tema del ciberacoso es universal y no cambia de país en país. Jeong Ji-hye ha rodado su primer largometraje en coreano, pero ha conseguido que se entienda y reflexionen espectadores de todo el mundo.
Iratxe Martínez