"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
François Ozon, habitual del Zinemaldia en la Sección Oficial o Perlak, regresa a esta última con su segunda inmersión en los agitados dominios de Rainer Werner Fassbinder, uno de sus cineastas más queridos así como referencia casi obligatoria en los arrabales más inquietos del melodrama: no olvidemos que Todd Haynes, en su estupenda Lejos del cielo (2002) releyó Sólo el cielo lo sabe (1955) de Douglas Sirk filtrándolo por Todos nos llamamos Alí (1974) de Fassbinder, es decir, aportando al conflicto clásico del melo de Hollywood cuestiones de identidad sexual e inmigración.
Peter von Kant sería, sobre el papel, un remake de Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972) cambiando como protagonista a una diseñadora de moda lesbiana por un director de cine gay, en ambos casos enamoradas de otra persona que no acaba de colmar sus deseos y fantasías. Pero a diferencia de su otra película fassbinderiana, Gotas de agua sobre piedras calientes (2000), adaptación más o menos escrupulosa de una pieza teatral del director alemán, lo que ha hecho Ozon ahora no es exactamente una nueva versión del film original: Peter von Kant puede verse también como un biopic sesgado del propio Fassbinder, ya que Peter es por igual el director como el reflejo especular de Petra, aderezado con ingredientes estilísticos y de diseño que remiten a Pedro Almodóvar.
En este juego es proverbial la interpretación de Denis Ménochet, actor que descubrimos hace años haciendo de campesino francés durante la ocupación nazi en Malditos bastardos (2009) de Quentin Tarantino, y que después ha regalado interpretaciones convulsas como las realizadas en Custodia compartida de Xavier Legrand –presente en Perlak de 2017–, Gracias a Dios (2018) del mismo Ozon y As bestas de Rodrigo Sorogoyen, que puede verse este año también en Perlak.
Ménochet es Peter, es Rainer Werner, es la encarnación del artista y sus egos y flaquezas, de sus seguridades y múltiples incertezas, baqueteado por el deseo que siente hacia el joven Amir Ben Salem, a quien ama y quiere convertir en su nueva estrella. Son reflejos de la vida sentimental de Fassbinder, quien tuvo como uno de sus amantes al protagonista de Todos nos llamamos Alí, El Hedi Ben Salem, una relación igual de tumultuosa que en este caso terminó con el ahorcamiento de Ben Salem en una cárcel de custodia de Nimes.
Al acto invocador de Ozon regresa igualmente Hanna Schygulla, aquí en el papel de Rosemarie von Kant cuando en Las amargas lágrimas fue el insatisfecho objeto de deseo de Petra von Kant. Y con ella otra actriz crucial del cine europeo de los años 70 y 80, Isabelle Adjani, que ya compartió protagonismo con Schygulla en Antonieta (1982), la película de Carlos Saura sobre una heroína de la revolución mexicana.
Quim Casas