"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En octubre de 2019, cuando su anterior film, La cordillera de los sueños, llegó a Francia, Patricio Guzmán, director de Mi país imaginario, película que inaugura este año la sección Horizontes Latinos, afirmaba: “Me di cuenta de que la memoria se había transmitido perfectamente y estaba muy viva”. Sobre esa memoria de Chile, ese estallido social, Guzmán confiesa que “me sorprendió mucho ver en las noticias que en Chile se estaba produciendo un incendio social. Me gustó mucho ver cómo los estudiantes se lanzaban a la calle en una protesta violenta que sacó a Chile de su rutina. Más me sorprendió que, días más tarde, la gran clase media chilena saliera a la calle. Un millón y pico de personas ocuparon las plazas y salieron a protestar”. A este despertar nos traslada el director con su nuevo film documental, tras su trilogía dedicada al territorio chileno.
El proyecto llega en un momento crucial para Chile, donde no se ha logrado impulsar esa nueva Constitución que reclamaron millones de chilenos cuando tomaron las calles: “Lo que pasó en las elecciones, el hecho de que ganara el 'no' es también un desafío para el futuro. Si antes teníamos un problema con resolver los problemas que ya existían, hoy día se multiplican porque el 'no' significa volver atrás. La mayoría de chilenos ha votado por volver atrás”. Confiesa que “no es fácil abordar el futuro de un país; el futuro da miedo, provoca tensiones. Pero, poco a poco, entenderemos que no hay más camino que reflexionar lentamente, para llegar a un camino despejado hacia el futuro”.
Sobre la brutalidad policial que recoge en el film afirma que le sorprendió: “No puedo creer que este sea el Chile actual. Parece que estoy delante de la guerra civil. Parece que estoy en la época de Pinochet”. Una violencia que no hizo más que “repetir fórmulas que todo el mundo conoce. Hace mucho que la realidad chilena, la opinión pública, no tiene interlocutor, no sabe con quién hablar porque lo que el gobierno dice parece antiguo, parece de otra época, y lo que la gente quiere es un diálogo moderno, inmediato, que solucione las cosas que hoy día están en el tapete. El clima mediocre de Chile de hace dos años ha sido reemplazado por un clima constructivo”. Tal y como constata Mi país imaginario, el miedo a hablar del caos se ha perdido y, en este caso, son las voces femeninas el claro reflejo de este nuevo Chile.
Mi país imaginario es el sonido de la crítica, el sonido de la indignación, la representación de la oportunidad de tener una sociedad democrática. Es, de hecho, la primera vez que se presenta esta oportunidad. Cuando mencionamos el final de esta lucha afirma que “le inquieta”, y sobre quiénes son los ganadores y los perdedores, comenta que “el ganador es el futuro, la esperanza de que las cosas, poco a poco, encuentren un camino para cambiar la Constitución o cambiar la estructura del aparato del Estado; para que sea más fácil abordar los problemas que nos propone la realidad chilena”. Define Chile como “un país que ha quedado en suspenso y que ahora debe refundarse y continuar adelante. Si el camino es cerrar todas las puertas del futuro y volver atrás con la vieja Constitución, este período de incertidumbre se va a prolongar aún más”.
Sobre su experiencia en el cine documental afirma que “lo más bonito es que no se sabe cómo va a terminar. Uno comienza un proyecto, trabaja las primeras secuencias, pero la realidad te lleva y te trae hacia un lado y hacia otro lado. Una película documental no se hace sola, se hace con gente que se acerca a ti y te dice lo que piensa. Es una manera de pasearte por el país y entender el clima de controversia que siempre ha tenido Chile políticamente”.
M.A