Nest nació en 2002 como Encuentro Internacional de Escuelas de Cine y hoy es una de las secciones a competición con más proyección del Festival. Como nos recuerda su coordinadora, Maialen Franco, “la sección oficial de cortometrajes es esta, la reivindicamos como una sección a competición más, además de ser un encuentro de estudiantes, porque lo que tenemos aquí son cineastas desde ya”. En la misma línea se dio apertura a la entrega de premios que se celebró ayer en el Kursaal. Maialen Beloki, subdirectora del Zinemaldia, nos recibía así: “El Festival está comprometido con los jóvenes talentos, estamos seguros de que os volveremos a ver tanto en el Festival como en Tabakalera”. La acompañaba Lur Olaizola, la coordinadora del programa de cine del Centro Internacional de Cultura Contemporánea de la ciudad, como representante de esa simbiosis que nos hace pensar en la sección que, a menudo, es la otra favorita de los estudiantes de cine, Zabaltegi-Tabakalera. Las dos instituciones organizan este programa y su selección partiendo de unos 350 preseleccionados de escuelas de cine de todo el mundo.
Los trece cortometrajes han competido por un premio dotado con 10.000 euros y la proyección que el Festival les puede dar para su futuro como cineastas. Es el caso de muchos de los participantes o ganadores de Nest en pasadas ediciones. Sin ir más lejos, el año pasado pudimos disfrutar del segundo largometraje de Kiro Russo, ganador con Nueva vida en 2015. Isabel Lamberti, Grigory Kolomytsev u Oren Gerner son otros nombres ligados a nuestro certamen y al panorama internacional y que iniciaron sus carreras precisamente en Nest.
Después de dos años con la pandemia sobrevolando el Zinemaldia, Nest vuelve a ser un evento multitudinario. En 2020 y 2021 el Jurado estuvo formado por tres antiguos galardonados del premio Nest, incluso en 2020 se prescindió de la figura del presidente. De nuevo, pues, este año se recupera el formato original que permite que Nest sea también un espacio de discusión y pensamiento para cineastas que no tienen sus películas en la sección. Funciona así: cada escuela seleccionada envía a otro estudiante, a parte del director del cortometraje, como miembro de un jurado con tantas personas como filmes. Evidentemente, solo les está vetado votar a la película de su propia escuela. Y también de nuevo, se recupera la figura del presidente, cargo que habían ostentado cineastas como Martín Rejtman, José Luis Torres Leiva o Joao Pedro Rodrigues. En la presente 18ª edición lo ha sido Andrés Di Tella, que a su vez participa con sus Diarios en Zabaltegi-Tabakalera. “Nest refleja una inmensa diversidad de experiencias de vida, de narrativas y enfoques cinematográficos”, empezó diciendo ayer en la gala de entrega de premios. “El programa que hemos podido ver nos ha llevado a través de un viaje inspirador que ha dejado rastro en todos nosotros y que tardaremos en poderlo asimilar del todo”.
Como pasa a menudo, la decisión del jurado fue extremadamente difícil, ya que varios filmes llegaron a ser realmente considerados para el premio. La relación entre los miembros, aun teniendo la delicada tarea de discutir y defender sus preferencias, ha sido excelente. Como destacó Di Tella, recordando que ha formado parte de multitud de jurados, “este es el grupo más sensible, inteligente, honesto (¡y con ninguna agenda oculta!) que he visto en mi vida”.
Por la precisión y contundencia con las que crea un único mundo cinemático, el Jurado anunció una Mención Especial para Anabase, del suizo Benjamin Goubet, un cortometraje que retrata la ciudad de Ginebra durante la noche.
“Las imágenes a veces nos muestran cosas que no se pueden ver. Por el tratamiento valiente de una historia personal que nos lleva por un íntimo camino de gran importancia social y política... por esto damos el premio a Montaña azul”. Así invitó el presidente del Jurado a levantarse no a una, sino a dos personas. El cortometraje colombiano galardonado es una codirección de Sofía Salinas y Juan David Bohórquez. Historia viva del Festival: es la primera vez que un film codirigido gana alguno de los distintos premios que ha concedido la sección a lo largo de su historia.
Montaña azul es una suerte de ensayo que surge de las imágenes de archivo del padre de Bohórquez, mientras el mismo codirector narra los hechos con su propia voz. Si lo personal es quizá también político,
esta película lo demuestra.
Los dos directores de Bogotá recogieron el premio emocionados, abrumados, muy sorprendidos, sin un discurso preparado y sufriendo un ataque de risa que se contagió entre el público presente y sus compañeros de China, Estados Unidos, España, Suiza, Alemania, Francia y Brasil.
Marc Barceló