La fuerza indiscutible del cine para forjar, sobre el imaginario colectivo de la audiencia, toda una serie de estereotipos se evidencia cuando acudimos a determinados personajes históricos cuya leyenda ha venido siendo alimentada por las películas que se han hecho sobre ellos. Un ejemplo claro de esto lo constituye la emperatriz Elisabeth de Baviera, conocida como Sissi, el cual no era su sobrenombre real, pero que fue popularizado a raíz de la trilogía de películas protagonizadas en los años 50 por Romy Schneider, en las cuáles se recreaban los años de juventud de la princesa y sus amores con el futuro emperador austrohúngaro Francisco José I.
La cineasta austríaca Marie Kreutze, rebelándose contra el mito, ofrece una visión mucho más exacta del personaje en Corsage, película que ayer se presentó en Perlak tras su éxito en el pasado festival de Cannes, donde acaparó premios en la sección Un certain Regard, entre ellos el de mejor actriz para Vicky Krieps. La protagonista de títulos como El hilo invisible o La isla de Bergman acompañó a la directora durante su visita a Donostia. Kreutze afirma que su visión del personaje “no obedece tanto a un intento por enmendar la visión del mismo desarrollada en otras películas como a un interés por ofrecer un punto de vista personal sobre ella, un punto de vista que fui desarrollando mientras leía su biografía. Me pareció una mujer muy compleja”. En este sentido, la directora austriaca comenta que “aunque yo no sea muy partidaria de la monarquía, creo que hay perfiles como el de Elizabeth o el de Isabel II de Inglaterra que trascienden la institución que representan y que son interesantes precisamente porque viven absorbidas por una posición que las mantiene alejadas de la realidad. Son mujeres que habitan dentro de una jaula de oro y que, en cierto modo, buscan el modo de escapar de ella, lo cual denota un espíritu libre y unas inquietudes”.
Vicky Krieps, por su parte, confiesa haberse sentido muy reconocida en el personaje de Elisabeth de Baviera: “Esas exigencias que tuvo que soportar como emperatriz consorte de proyectarse ante la opinión pública siempre bella, elegante, armónica y en equilibrio, las padecemos también quienes nos dedicamos a este oficio”. Para la actriz, “los intérpretes nos proyectamos a través de nuestros personajes y, en este sentido, somos prisioneros del modo en que los demás nos perciben”. Vicky Krieps confiesa que, en su caso, dicha sensación se acentuó tras participar el un film como El hilo invisible que tuvo un recorrido internacional: “Sentí esa presión, ese corsé que te pone estar en el centro de la mirada de los demás. Pero ahora, próxima a cumplir los 40, me declaro en rebeldía contra ese tipo de exigencias. De ahí que, también en ese aspecto, me sienta muy cercana a mi personaje en Corsage”.
Y es que la película de Kreutze retrata a la emperatriz en su madurez, cuando, una vez cumplidos los 40, comienza a rebelarse contra las convenciones cortesanas y a buscar sus propios espacios de libertad fuera de los restringidos ambientes palaciegos. En este sentido, más allá de estar evocando un personaje histórico, la directora comenta que “a través de Elisabeth estoy hablando de un conflicto que tiene lugar en muchas mujeres y que se sigue dando hoy en día”.
Quizá por eso la propia directora se ha tomado la libertad de introducir anacronismos en la representación de la Viena del siglo XIX e incluso de incurrir en el terreno de la ucronía interviniendo sobre el devenir de determinados hechos históricos y dando una versión alternativa del destino de alguno de sus personajes: “Soy consciente de que eso puede generar contrariedad e incluso decepción en el espectador, pero estoy en un punto de mi vida en el que no hago las cosas para complacer. De hecho, no me apetecía hacer la típica película de época, la mayoría de las representaciones que se han hecho de esos ambientes son frías y yo quería trabajar en un look donde todo resultara más abstracto. La música representó un buen punto de partida en ese sentido y a partir de ahí empecé a elegir el mobiliario y el atrezzo siguiendo mi propia intuición y no tanto los consejos de un conservador de museo”.
Jaime Iglesias