"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Las leyes de la frontera será el título que clausure esta noche el Festival. Su director, Daniel Monzón, autor de películas como La caja Kovak, Celda 211 o El niño, confiesa que cuando recibió la propuesta del Zinemaldia para contar con su película “la única condición que puse es que no fuese a competición, porque es algo que no me hace demasiada gracia. Cuando me ofrecieron la posibilidad de que fuera el film de clausura me pareció el lugar ideal porque yo hago cine, sobre todo, para la gente, y en la clausura tienes al público más relajado y más predispuesto a disfrutar, a gozar”.
El cineasta mallorquín reconoce que le causa un placer especial proyectar una de sus películas en un festival con el que le une un vínculo especial desde que tenía veinte años y vino a cubrirlo por primera vez como periodista. De aquella primera vez recuerda un título como Muerte entre las flores que, según él, “demuestra que el cine de género siempre ha tenido cabida en los festivales. Es un concepto que no tiene porqué estar reñido con el de cine de autor y, de hecho, las películas para mí más interesantes son aquellas que moviéndose en los márgenes del género ofrecen una reflexión sobre el mundo y una visión personal sobre la sociedad”. Las leyes de la frontera bien podría quedar encuadrada en dicha categoría. Adaptación de la novela homónima de Javier Cercas, Monzón reconoce que devoró el libro en una noche y que en cuanto lo cerró supo que ahí había una película que quería hacer: “Me sentí muy concernido por esa historia de un adolescente de clase media que contempla con una mezcla de temor y fascinación a los
quinquis de su barrio y que termina por formar parte de su universo por amor hacia una chica”.
Pese a lo mucho que se ha insistido en que Las leyes de la frontera supone una revitalización del cine quinqui, Monzón cree que “lo quinqui, en nuestro caso, es tan solo un marco de apoyo para articular un relato de amor y de amistad, una historia que habla, sobre todo, del primer amor adolescente y que, como tal, estaría más próxima a películas como Verano del 42 que a los filmes de Eloy De la Iglesia o José Antonio de la Loma”. Según Monzón, no tendría mucho sentido hacer hoy un largometraje de ese estilo, “porque hoy ya no hay quinquis y la gracia de aquellas películas radicaba en que estaban protagonizadas por quinquis de verdad y eso les confería un retazo cuasi documental. Frente a eso yo he querido evocar aquellos años desde mi yo de hoy, Las leyes de la frontera es un poco mi Amarcord particular y eso justifica la estilización de aquel universo pasado por el filtro de mi memoria”.
Acostumbrado a trabajar con actores noveles y a ser descubridor de nuevos talentos, el director cree que “estos intérpretes a mi me dan mucha verdad y también se la ofrecen al espectador, que cuando se confronta con un rostro nuevo asume mejor al personaje que viendo a fulanito interpretar dicho papel”. El rodaje de Las leyes de la frontera fue uno de los primeros que se pusieron en marcha tras el confinamiento. Daniel Monzón comenta, entre risas, que aprovechó aquellos meses para reunirse vía zoom con su joven reparto y “ponerles deberes”. Entre esas tareas les mandó ver varias películas españolas de finales de los 70, para que conocieran mejor la época, y les hizo leer varios libros: “Cuando, finalmente, nos pusimos a rodar tras el confinamiento, lo hicimos con una sensación de vértigo y de incertidumbre muy acusada, pero, al mismo tiempo, con la impresión de estar viendo un atisbo de luz al final del túnel. Esa mezcla de emociones le dio a la película una energía que creo que se deja sentir en el resultado final”.
Jaime Iglesias