"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Publicada en 2012, la novela de Javier Cercas “Las leyes de la frontera” cuenta con esta frase de enganche para futuros lectores: “He aquí una furiosa historia de amor y desamor, de imposturas y violencia, de lealtades y traiciones, de enigmas sin resolver y venganzas inesperadas”. Esta historia con tanto arrebato está ambientada en los años posteriores a la muerte de Franco, en los ambientes quinqui de Girona. Siendo la exposición de una época convulsa, en plena Transición democrática española, que el novelista vivió en su infancia, la película que la ha adaptado es también una prolongación de una estimable corriente
cinematográfica centrada en ese universo quinqui tratado también en los últimos años en documentales y exposiciones.
El trabajo de Daniel Monzón se distancia de algunos de estos filmes a la vez que teje lazos de unión en aspectos ambientales y musicales. De Deprisa, deprisa de Carlos Saura a los filmes de José Antonio de la Loma con el Vaquilla (Yo, el Vaquilla) o el Torete (Perros callejeros), de Navajeros y Colegas de Eloy de la Iglesia a Volando voy de Miguel Albaladejo, incluyendo también títulos más tangenciales o pre-quinqui como Los golfos, El lute: camina o revienta, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o De tripas corazón, la tradición cinematográfica es muy rica y variada en este sentido.
Monzón, para quien el cine de género es, antes que un desafío, un placer, demostrado en títulos como El robo más grande jamás contado, Celda 211 o El Niño, ha aplicado la tecnología audiovisual actual para
restituir, en cierta forma, el estilo de fotografía y graduación ambiental – lo que es también estado de ánimo emocional, algo esencial en un cine basado en historias de amor líricas o compulsivas– de algunas de aquellas películas. La diferencia está en que Las leyes de la frontera se permite una lectura socio-política de aquellos tiempos desde una cruda a la vez que afectiva mirada actual, mientras que los filmes de Saura, De la Loma o De la Iglesia correspondían a la urgencia de la crónica de lo que estaba pasando en las calles de Barcelona o Madrid.
Contada en retrospectiva desde el punto de vista de un joven inadaptado en el instituto que entra en contacto con un grupo de quinquis, ganándose en poco tiempo su amistad y confianza y actuando con ellos en
pequeños hurtos, la película retrata ese universo bien acotado en la Girona y Barcelona de 1978 y rezuma todos los ingredientes básicos de esta modalidad genérica: amores, disputas, enfrentamientos generacionales, atracos, persecuciones policiales, celos, amistad y nobleza.
Aunque la banda sonora del film la ponen los sevillanos Derby Motoreta’s Burrita Kachimbo, atentos a los sonidos de aquella época y aquellos ambientes, la hermosa historia de amor, más introspectiva que extravertida, entre los dos principales protagonistas, el Gafitas y la Tere, a los que se une en esquivo triángulo el Zanko, podría también ilustrarse con aquella gran canción de Los Chichos que utilizó Saura en Deprisa, deprisa: “Si me das a elegir, entre tu y ese cielo, donde libre es el vuelo, para ir a otro nido, ay amor, me quedo contigo. Pues me he enamorado, y te quiero y te quiero, solo deseo estar a tu lado, soñar con tus ojos, besarte los ‘labio’”. Monzón ha tenido en cuenta el pulso de aquellas películas, pero lo suyo no es un ejercicio mimético: es cine-quinqui de 2021 otro ejercicio, porque no, de memoria histórica.
Quim Casas