En su primera experiencia hablada en inglés, Jackie (2016), el director chileno Pablo Larraín escrutó al personaje de Jackie Kennedy a partir de una ficción ubicada justo después del asesinato en Dallas de su marido, John Kennedy. Tras retratar de manera muy personal su país bajo el régimen de Pinochet en títulos como Tony Manero (2008), Post-mortem (2010) y No (2012), y de revisar otros aspectos históricos anteriores y posteriores a la dictadura –Neruda (2016), sobre el periodo en el que el poeta represaliado escribió su “Canto general”, y El club (2015), en torno a los abusos sexuales en la iglesia chilena–, Larraín variaba de objetivo en una realidad sociopolítica distinta y rodaba con reparto internacional: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Billy Crudup, Greta Gerwig y el fallecido John Hurt.
El mismo procedimiento ha alumbrado Spencer, film sobre Diana de Gales que, tras su pasó por la Mostra de Venecia, llega al Zinemaldia en calidad de película sorpresa patrocinada por la firma Amenabar, colaborador oficial del Festival y patrocinador también de la “Proyección sostenible Gaua ederra da”, que se celebró ayer por la noche, y de las sesiones de cine infantil destinadas al público familiar y dobladas al euskera. Spencer se proyectará el sábado 25 a las 16.00 horas en el Teatro Victoria Eugenia.
Tras la experiencia de Jackie, Larraín regresó a su país para pulsar la realidad urbana en Ema (2019), otro de los filmes del director que hizo el viaje de Venecia a San Sebastián. Tras unas cuantas experiencias televisivas en Italia, China y Estados Unidos –donde este mismo año dirigió la miniserie La historia de Lisey, protagonizada por Julianne Moore a partir de una novela de Stephen King–, Larraín fija de nuevo su mirada en un personaje femenino quizá menos controvertido que el de Jackie Kennedy, pero cuya historia puede contemplarse desde diversos ángulos dado lo poliédrico de su personalidad.
Diana de Gales, Lady Di, la princesa del pueblo, la esposa del príncipe Carlos, el eterno heredero de la corona británica, la amiga de Elton John, Freddie Mercury, John Travolta, Liza Minnelli y George Michael. Diana, muerta en un accidente de coche asediada por los paparazzi. Si su vida fue tan moderna como trágica, incapaz de encajar en el contexto de una encorsetada casa real, la forma en que murió elevó aún más la mitomanía a su alrededor. No es la primera vez que el cine se interesa en ella. Naomi Watts le dio vida en Diana (2013), de Olivier Hirschbiegel, película que se centró en los últimos años de su vida y en la teórica relación sentimental con el cirujano paquistaní Hasnat Khan. Hubo también un biopic televisivo protagonizado por Serena Scott Thomas en 1993 y otros telefilmes centrados en sus teóricos amantes o en las relaciones con el príncipe Carlos antes de casarse.
Ninguna tiene la envergadura y la ambición de Spencer. Si Larraín contó con Natalie Portman en el papel de Jackie Kennedy, para dar vida a Diana ha gozado de la complicidad de Kristen Stewart, una actriz que, en los últimos años, y tras romper definitivamente toda asociación teen con la saga Crepúsculo a través de películas con Olivier Assayas, Walter Salles, Kelly Reichardt, Ang Lee, Tim Blake Nelson o Woody Allen, se ha mostrado tan combativa como pudiera serlo Diana en su mejor época de activismo social y en favor de la causa homosexual. Stewart tampoco es una recién llegada al cine biográfico, modalidad que ahora parece interesar mucho al director de Tony Manero: hace un par de años asumió otro papel trágico, el de la actriz Jean Seberg, en Seberg: más allá del cine (2019), película que también se presentó en el Festival, en la sección Perlak.
Como ya hizo en Jackie, subvirtiendo las normas básicas del biopic ortodoxo, Larraín cuenta en Spencer un solo pero decisivo episodio en la vida de Diana, el del fin de semana navideño a principios de los años noventa en que tomó la difícil decisión de romper con Carlos. El título hace referencia al apellido de la protagonista –se llamaba Diana Frances Spencer–, lo que ya es toda una declaración de principios, desligándola del título de princesa de Gales y regresando a sus orígenes. El guion es de un cineasta en principio alejado de estos temas, Steven Knight, director de Redención y Locke, guionista de Promesas del este y creador de las series Taboo y Peaky Blinders. La banda sonora lleva la firma de Jonny Greenwood, miembro de Radiohead y colaborador habitual de Paul Thomas Anderson.
Quim Casas