"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
No es habitual ver un film de terror tan canónico como La abuela en un festival no especializado como el de San Sebastián, menos aún en su sección oficial competitiva. El propio director de la película, Paco Plaza, lo reconocía abiertamente ayer ante los medios durante la rueda de prensa que siguió a la proyección del largometraje: “Un festival como éste igual, de entrada, no parece el hábitat natural para una película como ésta, pero nosotros estamos encantados de que nos hayan invitado a esta fiesta. No obstante, creo que, de un tiempo a esta parte, el cine de terror ha empezado a transitar territorios colindantes con el cine de autor”. Una idea en la que profundizó el productor de La abuela, Enrique López Lavigne, comentando que “este año en Cannes ganó una película como Titane, que es capaz de servirse del cine de género para profundizar en temas que, de otra manera, sería muy difícil contar”.
De hecho, Paco Plaza reconoció que, en este largometraje, buscó servirse del terror para hablar de cuestiones más complejas: “Quería hacer una película de posesiones donde el demonio fuera la vejez. Me preocupa esa glorificación excesiva de conceptos como juventud, belleza o alegría y, paralelamente, el terror que sentimos ante el envejecimiento, propio y ajeno. Vivimos arrinconando a nuestros ancianos”. En este sentido, el cineasta reconoció que La abuela (cuyo rodaje se vio interrumpido en su cuarta semana de filmación a causa del confinamiento) es una película “que antes de la pandemia podría leerse de una manera y, ahora, con la experiencia que hemos tenido, seguramente, suscite en el espectador otras sensaciones”.
El regalo de un amigo
A pesar de tener tan definido el tema de la película, Paco Plaza reconoció que mientras desarrollaba las primeras versiones del guion tuvo una sensación de encallamiento que le obligó a acudir a su amigo, el también director Carlos Vermut (ganador de la Concha de Oro con Magical Girl): “No acababa de atinar con el desarrollo de la historia y un día, comiendo con Carlos, se lo planteé y él se ofreció a echarme una mano a ver si lograba encauzar aquello. Desde aquí solo puedo darle las gracias por semejante acto de generosidad, con su trabajo me hizo un traje a medida y para un director no deja de ser duro escribir un guion que sabe que no va a dirigir”. Vermut, por su parte, devolvió el agradecimiento a su amigo aduciendo que “el terror es un género que siempre me ha fascinado y, aunque en mis películas anteriores había jugado con él, escribiendo este guion pude hacerlo sin constreñirme por el corsé de la realidad”.
Buena parte de los aplausos que suscitó la película entre la crítica especializada estuvieron dirigidos hacia las dos actrices protagonistas, la novel Almudena Amor (que hace dos días compareció en el Festival como parte del reparto de El buen patrón de Fernando León de Aranoa) y la veterana intérprete brasileña Vera Valdez, que Carlos Vermut dijo haber seleccionado tras verla en una video danza que le mostró la responsable de casting de la película para descubrir, con posterioridad, que estaba ante una leyenda viva del mundo de la pasarela, conocida internacionalmente por ser maniquí y musa de Coco Chanel durante los años 50 y 60. Una personalidad que resultó muy inspiradora para Almudena Amor, quien comentó que “de Vera aprendí a expresarme mejor. Envidio su fortaleza y esas ganas de seguir haciendo cosas después de todo lo que ha vivido. Son cualidades que me gustaría tener cuando tenga su edad”.
Jaime Iglesias