“Cuando veo fotos de los personajes que he interpretado, me vuelven a la memoria. Es una sensación extraña. No es que pases de ellos, simplemente los guardas dentro de ti, como en una caja”. Así empezó Johnny Depp su rueda de prensa, cuando le preguntaron por algunos de los personajes que había interpretado. Son muchos, de Eduardo Manostijeras al Chico Lágrima, del pirata Jack Sparrow al cineasta Ed Wood, de Donnie Brasco al James Barrie de Descubriendo Nunca Jamás, de Sweeney Todd a John Dillinger.
Depp recordó sus orígenes como espectador: “Empecé a ver filmes mudos en televisión cuando era un chaval. Allí me encontré con Charles Chaplin, Buster Keaton o Lon Chaney. Todos hacían grandes esfuerzos por representar a gente distinta”. En los siguientes años como consumidor de cine, Depp descubrió el cine de terror en blanco y negro: “Lo que suplió el cine mudo cuando me hice mayor fue el de terror y fantástico, las películas clásicas de Drácula, Frankenstein…”. Eso allanó el camino en su fructífera relación con Tim Burton, con quien ha hecho ocho películas: “Burton y yo establecimos un gran vínculo por eso. Lo que me gusta del cine de terror es que puedes ocultarte detrás de la máscara del maquillaje y escapar de la carga de quién eres tú mismo. Me siento más cómodo frente a una cámara representando un personaje que viajando en un tren y siendo yo mismo”.
El actor, que recibió ayer el Premio Donostia por toda su trayectoria, ha interpretado en varias ocasiones personajes que están al límite del exceso. Para él, es importante “saber hasta que punto puedo llegar, hacer lo justo o, por el contrario, pasarme y ser ridículo. La primera regla para un actor es que debes estar dispuesto a caerte de cara, tanto por las elecciones que has hecho como por aquellas que no has hecho”.
En este sentido, no podía faltar en su comparecencia ante los medios una referencia al que es su personaje más conocido por el gran público, el corsario Jack Sparrow de la saga Piratas del Caribe: “Dar vida a alguien como Jack Sparrow es muy bonito, porque me ha permitido viajar con él como si estuviera dentro de una caja. Puedo visitar a las personas, los lugares, las cosas importantes que rodean a este personaje. Yo sigo viajando con el capitán Jack. Nadie puede quitármelo y él nunca me abandonará”. Como casi todos los intérpretes que han hecho cine independiente estadounidense y europeo –y él ha trabajado con John Waters, Jim Jarmusch, Julian Schnabel, Terry Gilliam, Robert Rodriguez, Sally Potter, Kevin Smith, Lasse Hallström, Emir Kusturica, Julien Temple, Ciro Guerra–, Depp necesita de producciones vistosas como la de Piratas del Caribe y lo que estas representan en una industria del cine que el actor cuestiona.
“Hollywood no es lo que era ni puede pretender serlo. Las grandes corporaciones han asumido el control. Yo me integro en la parte creativa de la realización de una película. Hollywood, de manera grotesca, ha subestimado a los espectadores. En los filmes actuales, cada veinte minutos te repiten de que va la historia”. ¿La covid y los confinamientos han puesto en crisis el modelo de producción y recepción cinematográfica? “La pandemia ha metido a la gente en casa, en familia, durante largos periodos de tiempo. Las televisiones, las plataformas, están ahí. La maquinaría de Hollywood tiene algunos fallos y ahora empiezan a darse cuenta de ello”.
Su método de trabajo es intuitivo: “Siempre he dependido de mi instinto, de la chispa que noto cuando conozco a un personaje en un guion. Si voy más allá de las primeras diez o quince páginas del guion quiere decir que algo está bien, si no, es como beber aire. Pero cuando el personaje que te piden interpretar te engancha a nivel emocional, y crees que tienes algo que aportar, entonces salta esa chispa”. Aunque ha trabajado en proyectos muy distintos, con cineastas de lo más diverso y en condiciones de producción variopintas, Depp ve un sutil hilo que une a todos los personajes que ha encarnado: “Curiosamente, todos los que he hecho están entrelazados, desde el peor de ellos hasta Eduardo Manostijeras”.
El actor vive una situación personal complicada y tampoco quiso sortear una de las preguntas que se le formuló sobre la cultura de la cancelación. Depp se refirió a la inmediatez con la que ahora se juzga todo y la pérdida de seguridad en uno mismo: “Es importante porque cuando te enfrentas a algo tan sobrecogedor te golpea desde muchos ángulos. La mayoría de los movimientos que han surgido tienen las mejores intenciones, pero se ha descontrolado y nadie está seguro. Solo con una frase dicha es suficiente”. Depp argumentó que no quiere ofender a nadie, “yo hago películas, y este Festival tiene que ver con las películas, no con hacerle la pelota a nadie”. Agradeció a José Luis Rebordinos y a todo el Festival el premio. “Los premios per se son unas bestias bastante extrañas. No me gusta la idea de competir. Todos intentamos hacerlo lo mejor posible para llegar al día del mañana”.
Al finalizar el acto se llevo el cartel con su nombre que había encima de la mesa. Para guardarlo junto al Premio Donostia. Le preguntaron qué le diría al Johnny Depp joven si hoy se topara con él, y contestó: “Andar hacia atrás”.
Quim Casas