Se emociona al hablar de las películas que le gustan, desborda ilusión por estar en San Sebastián y, aunque su película ya ha sido premiada en el Festival de Jeonju, los nervios por ver cómo la recibe el público donostiarra no la abandonan. Así es la directora coreana de Hon-ja Sa-neun Sa-ram-deul (Aloners).
A Hong Sung-eun (Corea del Sur, 1988) le apasiona el cine y, después de estudiar en la Hankyoreh Film Academy, decidió especializarse en dirección cinematográfica en la Korean Academy of Film Arts (KAFA); algo de lo que está muy orgullosa, ya que fue ahí donde le dieron una subvención y la oportunidad de dirigir su primer largometraje.
Tuvo claro sobre qué quería escribir: la soledad. Desde su juventud este era un tema que le interesaba y preocupaba porque, entonces, su costumbre era levantar barreras para no establecer vínculos afectivos con quienes la rodeaban. Ella, como muchas personas, creía que la mejor forma de protegerse del dolor que causan las rupturas, las pérdidas o las discusiones, era vivir su vida en soledad. “Esa soledad que hay hoy en día en muchos hogares, que adopta todo tipo de formas y que afecta a todos por igual: padres, jóvenes, niños… puede venir por una pérdida, haber enviudado, por ejemplo, o porque los hijos se han ido de casa o porque has elegido vivir solo. Independientemente de la forma que tenga, es inevitable intentar enfrentar esa soledad en algún momento”.
Quiso, por ello, crear un personaje que fuese un reflejo de ella, que compartiesen las mismas preocupaciones, los mismos miedos. Pero, para la película, no quiso quedarse simplemente con esa idea de soledad, sino también con cómo la superaría.
Para traspasar esta idea a la gran pantalla, la cineasta coreana quiso seguir los pasos de uno de sus directores de referencia, el director mexicano Alfonso Cuarón. Es pedirle más información sobre esta referencia y los ojos se le iluminan sobre la mascarilla. “La película Roma me impactó muchísimo, es una de mis preferidas y mi principal inspiración a la hora de rodar. La influencia del estilo de Cuarón se puede ver en el film”. En la cinta del director mexicano se muestra también la rutina de la protagonista a base de repetir imágenes y episodios, “pero un detalle en una escena puntual desata la emoción del personaje y toda su vida e interior cambian, y el director lo muestra cambiando también su forma de rodar; la vida del personaje ya no va a ser igual que antes, por eso la película tampoco va a ser igual, y quise hacer lo mismo”.
En Aloners conocemos a Jina, una chica que vive sola, ha perdido a su madre y tiene una relación complicada con su padre. Intenta no establecer lazos y se vuelca en el trabajo, donde destaca sobre sus compañeros. Pero su rutina solitaria se tambalea cuando su vecino, con el que apenas interactuaba, aparece muerto en su casa. Entonces la forma en la que interactúa con los de su alrededor va experimentando cambios y el personaje evoluciona en consecuencia.
Reflejar este arco del personaje era un reto y no valía cualquier actriz. “Necesitaba un rostro que fuese amable, para que resultara agradable al espectador, pero a la vez que fuese lo más inexpresivo posible. De
esa manera, según avanza la película y la protagonista evoluciona, podemos ver el cambio de actitud no solo en sus palabras o acciones, sino que también pudimos jugar y trabajar con la expresividad de la cara, que a veces es lo que más nos dice de una persona”.
Para aumentar este efecto, el film nos muestra al principio el estilo de vida de Jina, su rutina un día tras otro. El personaje está convencido de que, si es fuerte y se mantiene en su vida solitaria, no le harán daño. Sin embargo, como en la vida, un evento pequeño puede trastocar todo, por muchas corazas que se ponga uno. Así es como poco a poco el estado emocional de la protagonista va cambiando pese a sus esfuerzos por seguir aislada. Hong Sung-eun sabía que no podía mostrar esta evolución en una escena puntual o con diálogos, sino que tenía que introducir este cambio sutilmente de forma natural, con la
ayuda de la interpretación de Gong Seung-yeon, la actriz principal. Esta inteligente interpretación consiguió que, al presentar Aloners en el Festival de Jeonju, su protagonista recibiera el premio a la mejor actriz.
“En la película se habla de soledad, de miedos, pero también intento dar una respuesta, porque todo el mundo debemos aprender a hacer frente y superar ese miedo. Decir adiós a alguien, aceptar las pédidas… porque es algo de nuestra vida. Si no decimos adiós a algo, no podemos recibir nada nuevo. Tenemos que aprender que es algo de la vida, cerrar el capítulo y abrir la puerta a lo nuevo”.
Hong Sung-eun no pudo presentar este primer largometraje en el Festival de Toronto, pero sí ha podido viajar a San Sebastián, de la que declara haberse enamorado. Hoy podremos ver si los espectadores se enamoran de su película y de Jina.
Iratxe Martínez