Zabaltegi-Tabakalera, como es bien sabido, es la sección con menos apriorismos del Festival y, para algunos, la mejor, como declara el presidente del jurado de esta edición, Sergio Oksman. Este director y profesor de cine tiene fuertes vínculos con el panorama cinematográfico de San Sebastián. Es parte del Comité de Expertos del programa de apoyo al desarrollo de películas Ikusmira Berriak desde el segundo año de su creación (“es magnífico estar en el jurado con Elena, de quien fui tutor en Ikusmira”), colabora en la Zine Eskola y siempre ha tenido una relación especial con Zabaltegi: “Siempre he ido a la sesiones de Zabaltegi. Estoy muy contento porque este año, ¡las podré ver todas!”
Tanto Miriam Heard como Elena López Riera ponen énfasis en el papel que tiene la ciudad y el Festival para con la cultura y la industria. “San Sebastián juega un papel fundamental como vínculo entre la América Latina y Europa, claramente más que Cannes y que Berlín”, dice la galesa Miriam Heard, que reside en Chile y prepara su segundo largometraje, rodado en el sur de su país de adopción. López Riera, que también está trabajando en su película, valora mucho el trabajo cultural que se hace en Donostia, “tanto Tabakalera, que tiene escuela de cine, sala que programa todo el año y seminarios, como el Festival, que es el único de los grandes que mantiene un fuerte vínculo con la propia gente de la ciudad. Me parece muy importante.”
El metraje, tan ceñido a condicionamientos desde los festivales o, a menudo, a prejuicios por parte del público, también les da que pensar a los tres jurados. “El hecho de que la duración no sea un condicionante me parece una apuesta genial, es como yo concibo y entiendo el cine. Hay películas de un minuto mucho mejores que tantas de dos horas y media” dice Oksman, pero López Riera añade, “la dimensión industrial de los diferentes tipos de metrajes es un peso inapelable; hay una dimensión comercial de la que no puedes escapar. No te enfrentas de la misma forma a un largometraje con tanto más dinero en la producción”. Heard se pregunta si la forma de entender la duración de las plataformas y la televisión, con las abundantes series, se acabará colando al mundo del cine. “En las plataformas –agrega Oksman– no existe el concepto de “corto” o “largo”, más bien está el de “infinito”. Como en Spotify, donde la música no acaba nunca. Hay que reivindicar que las cosas empiezan y acaban, duren lo que duren. Vivimos en un tiempo en el que nada termina y eso es una invitación al olvido”. Aún así, los tres están de acuerdo con que, a fin de cuentas, la variedad de metrajes es de lo más anecdótico que realmente pasa en la sección. Oksman, conocedor de los procesos de escritura, da cuenta de “lo difícil que es hacer sinopsis para este tipo de películas, pues este es el sitio para experimentar”. “Zabaltegi está comprometida con cuestionar el lenguaje del cine. Solo llevamos tres películas vistas y todas investigan, de formas muy distintas, lo que se puede hacer con el cine”, concluye Miriam Heard.
Los tres directores ya habían sido jurado en otras ocasiones y festivales. Por eso agradecen, como es el caso, cuando la sintonía es buena dentro del grupo. Dice Elena López Riera: “No es tan fácil encontrar con quien puedas hablar bien. Esperemos que esto haga que, aunque la lucha final sea encarnizada, salga algo decente”. Y es que eso es algo que le preocupa; quiere trabajar con calma y rigor, y si fuera necesario, volver a ver alguna de las películas: “Es muy necesario hacerle honor a cada obra… Como cineastas que somos, más”.
Y sí, porque solo una de ellas se llevará el premio de 20.000 euros (14.000 para la distribuidora del film en España, 6.000 para el director). “El hecho de ganar o simplemente de estar acogido por un festival ya te da mucha fuerza para creer en tu propia visión y que hay un espacio y un público con quien compartirla”, admite Heard. “Puedes tener ideas geniales, pero hay que financiarlas y, sobre todo, llegar al público”, y ahí juegan un gran papel los festivales con sus premios, a parte de que, claramente, “somos humanos, nos gustan los premios”.
Lo que queda claro es que a ellos les gusta, les apasiona, ver películas. Oksman no puede con la idea de que el Festival termine en cinco días, “¡queremos que dure 40 más!”, pero sus compañeras de viaje lo bajan enseguida a tierra. O a la playa… porque en sus pocos ratos libres, han quedado en ir a correr y bañarse para reposar las ideas.
Marc Barceló