En 2015 Joachim Lafosse se hizo con la Concha de Plata al mejor director por Los caballeros blancos. Aquella fue la única ocasión en la que participó en la Sección Oficial del Zinemaldia, pero no fue la primera vez que este cineasta belga se dejó caer por San Sebastián, tampoco sería la última. Este año repite visita para presentar Les intranquilles, un drama familiar que él no duda en definir como su film más personal y que tuvo una calurosa acogida en el último festival de Cannes.
Usted ha manifestado que el gran tema de Les intranquilles no es tanto la enfermedad mental como el retrato de una pareja que se viene abajo. ¿Cuál fue el germen de esta historia?
Antes que nada, tengo que decir quede entre todas las películas que he rodado, esta es por la que siento más afecto. Se trata de un film que llevo deseando hacer desde que era un adolescente. Todo parte de una frase que me soltó mi madre por aquella época con mi padre hospitalizado; me dijo: ‘Me voy a separar de papá, le quiero mucho, pero la enfermedad me hace muy difícil la convivencia’. De adulto seguí dando vueltas a aquellas palabras que me irritaban profundamente, porque si quieres realmente a alguien se supone que es de manera incondicional. Casi hubiera preferido que me dijese ‘mira, me voy a separar porque no quiero a papa’. Pero luego con el paso del tiempo, y después de haber hecho psicoanálisis aconsejado por una amiga, me di cuenta de aquello por lo que podía haber pasado mi madre, cuando me derrumbé y empecé a llorar pensando que yo también podía ser bipolar, como mi abuela, como mi padre… Dicho esto, no quiero que pienses que rodé esta película como terapia ni nada parecido. De hecho, aquellos directores que dicen que el cine es un arte sanador lo normal es que hagan películas que al espectador lo enfermen.
No es la primera vez que se enfrenta a un microcosmos familiar que se descompone. ¿Qué le atrae o que le interesa de este tipo de historias?
Siempre me dicen que el gran tema de todas mis películas es la familia, pero yo creo, más bien, que mis largometrajes hablan de personas allímite de sus capacidades. En este sentido, la familia puede ser un agente dinamizador a la hora de hacer valer nuestra singularidad, pero, en ocasiones, en lugar de estimular nuestra creatividad, nos sentimos coartados por las exigencias de la vida familiar.
En su película, de hecho, muestra cómo ese empeño por reconducir al protagonista al redil de las convenciones sociales anula su creatividad como pintor.
A ver, de entrada, a mí me cuesta comulgar con esa idea romántica del artista atormentado que, cuanto peor está, más obras maestras produce. Es probable que si a Van Gogh le hubieran acompañado en su enfermedad, hubiera pintado muchos más cuadros. Pero también es verdad que no puedes estigmatizar a alguien haciéndole sentir un enfermo, es importante que sea él el que gestione esos episodios de ansiedad o de hiperactividad, sin que le repriman o le digan que sus acciones no son normales.
Pero, aparte de eso, parece quela única opción para tratar a estas personas sea medicarles hasta dejarles sin iniciativa…
Sí, eso es así, y nos define bastante como sociedad. Vivimos en un mundo que, ante las dificultades, demanda recetas milagrosas. Lo hemos visto ahora con la COVID, donde fiamos todas nuestras expectativas a las vacunas. No es que yo sea antivacunas, pero no podemos depositar todas nuestras esperanzas en la farmacología. Si mi padre no hubiera asumido la responsabilidad de hacer terapia, probablemente no se habría curado. En la película pasa lo mismo, hasta que Damien no toma las riendas su situación, no mejora, por mucho que le digan y mucha pastilla que le den.
En este sentido, resulta muy calculado el modo en que usted omite mostrar a los personajes como víctimas y como culpables, y según avanza la película, hay incluso una inversión de roles y es Leila la que parece comenzar a tener ansiedad. ¿Le interesaba mostrar esa retroalimentación?
Sí, de hecho, el título de Les intranquilles, en plural, es deliberado, porque tanto Damien como Leila se ven limitados por la enfermedad de él. Ella es una restauradora, una mujer activa, esposa, amante y, a raíz la enfermedad de su marido, parece haberse convertido únicamente en enfermera. Y él, tres cuartos de lo mismo, pareceque lo único que le defina como persona es la enfermedad, da igual su condición de pintor, esposo y padre. Me interesaba conectar los universos emocionales de ambos personajes y mostrar también como según avanza la película es Leila la que amenaza con volverse loca.
Les intranquilles es una de las primeras películas donde se ve a personajes con mascarilla, haciendo su vida en época de pandemia.
Me sorprende que sea algo que no suceda en más películas, es un modo de vincular la historia con el presente. A mí me encanta ver películas de los años 70 y comprobar que en esa época todo el mundo fumaba. Cuando vean mi película dentro de veinte o treinta años, el espectador pensará ‘están hablando de 2020’.
Esta es la cuarta vez que viene al Festival. ¿Qué le seduce del Zinemaldia?
Me encanta venir. De hecho, siempre digo que es el Festival más agradable del mundo. Yo aquí estoy relajado, no como en otros certámenes. También porque me encanta hacer surf por la zona y cada vez que vengo aprovecho.
Jaime Iglesias