El suyo es, sin discusión, uno de los rostros más emblemáticos del cine francés contemporáneo. Este año, de hecho, se ha dejado ver en la sección oficial de los principales festivales europeos de cine. Acudió a Venecia como protagonista de Un autre monde de Stéphane Brizé, cineasta con el que ha colaborado reiteradamente, y este próximo miércoles podrá vérsele en Enquête sur un scandale d’etat / Undercover, película de Thierry De Peretti que compite por la Concha de Oro. Pero el intérprete ya lleva unos días en Donostia promocionando Titane, la película de Julia Ducournau que se alzó con la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, un trabajo que ha sido unánimementealabado: “Lo que me mueve como actor son las ganas de seguir teniendo ganas, y una cineasta como Julia justamente lo que consigue es estimular ese deseo, en la medida en que, trabajando con ella, me obliga a hacerme preguntas a partir de mis emociones. El suyo es un caso raro, un talento excepcional con un lenguaje propio; un caso de esos que surgen en el cine francés cada diez o quince años”.
Lindon reconoce ser un actor orgánico hasta el punto de que “cuando leo un guion, no reflexiono mucho sobre las connotaciones que puede tener mi personaje. Si me atrapa, lo hago. Es algo instintivo, es como cuando ves un apartamento que te gusta y dices ‘me lo quedo, está hecho para mí’. Por mucho que te hagan ver que el apartamento presenta problemas piensas ‘vale, ya los afrontaré a su debido tiempo, pero de momento me lo quedo’. En este caso fue igual, mis razones para aceptar este papel estuvieron motivadas por el flechazo que sentí al leer el guion”. A partir de ahí el actor prefiere no hablar mucho de los desafíos que le supuso participar en esta película, en parte, dice, porque “toda la complejidad y el carácter ambiguo que atesora mi personaje se deben a Julia. Ella está más capacitada que yo para explicarlo. De hecho, Titane es una película que suscita muchas preguntas y la mayoría no son fáciles de responder; a mí me cuesta. Lo único que puedo decir de mi personaje es que se trata de un bombero que vive en una espiral de soledad y de duelo y al que el reencuentro con el que él cree que es su hijo le salva del infierno”. No obstante, hay un rasgo de dicho personaje que, según Vincent Lindon, le ha servido para confrontarse con una parte de sí mismo que apenas conocía: “En él hay un deseo de parar su propio proceso de envejecimiento y retrasar su encuentro con la muerte en el que puedo reconocerme. Obviamente, es como vivir en una fabulación, porque nadie puede parar lo inexorable, pero se trata de algo que humaniza a mi personaje”.
Más reacio se muestra el actor a la hora de valorar hasta que punto su papel en Titane le ha servido para cuestionarse la representación de su masculinidad (un tema que subyace en la película), pero sí coincide con la directora del film en la vulnerabilidad de su personaje y en el hecho de percibir Titane como una película de amor: “Es la historia de dos personajes que se encuentran y que se entregan incondicionalmente el uno al otro hasta vaciarse. Si eso no es amor, ¿qué es?”. Esa coincidencia en los puntos de vista que ambos tenían sobre el personaje fue propicio para que Lindon decidiera “ponerme en manos de Julia con una confianza plena. Me encanta que se haya servido de mí para materializar sus fantasías”. A partir de ahí, el actor destaca que la directora le hizo trabajar mucho con su cuerpo y entender a su personaje a través de él.
Pese al reto que le supuso el cambio de registro que le brindó Ducournau, Lindon reconoce que se siente cómodo trabajando con directores muy distintos: “Al final el estilo no importa tanto como los resultados. Uno puede jugar al tenis de una manera técnica y elegante como Federer o de un modo mucho más físico como Nadal, pero al final los dos obtienen victorias, cada uno jugando a su manera”. En este sentido, Lindon reconoce que le motivan los directores que le hacen probarse en papeles que van más allá de cualquier convención, pues es ese perfil de cineasta el que incentiva sus ganas de seguir teniendo ganas.
Jaime Iglesias