"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En la presentación del pasado viernes de Bad Luck Banging or Loony Porn en Tabakalera, Radu Jude pidió disculpas de entrada: por una parte, por los que odiarían la película; por otra, por el público que, a esa hora, ya no podría salir a cenar y beber. Y es que este satírico cineasta rumano no ve necesario defender el sketch -como él lo define- que le brindó el Oso de Oro en Berlín y que se ha entronizado como la primera experiencia cinematográfica, para la mayor parte del público, que visualiza la pandemia y las apreciadas mascarillas (“no hace falta mencionar la relación freudiana entre boca y sexo”, comentó Jude en el coloquio). Lo sorprendente es que Jude ya tenía el guion escrito antes de que empezara esta nueva era, “decidí aceptar la covid e integrarla en la película, pero los productores se oponían; les convencí diciendo que si los actores eran malos, con las mascarillas no se notaría tanto”. Anécdota, sí, pero es que también en el film, el director pelea y flirtea constantemente (en una especie de acto sexual terriblemente autoconsciente) con la anécdota y lo trivial: “La película es un collage de formas y formatos, pero también de las mismas noticias que protagonizan los tabloides y los dilemas morales sobre lo público y lo privado que plantean”. El detonante para la idea de Radu Jude quizá se encontraba en las páginas amarillistas; sin embargo, sus referentes se sitúan en extremos muy alejados de los géneros populares: “Había terminado de leer el “Ulises” de Joyce, que me inspiró para la primera parte de la película”, esa sinfonía urbana de Bucarest. “Una ciudad no es un objeto; quería, a través de las premisas del cinéma verité, mostrar la complejidad que late detrás de cada señal, marca, reacción humana… ahí se esconden los valores y expectativas de una sociedad”. El film tiene más capítulos y en cada uno de ellos Jude practica una postura distinta, siempre desde la sátira más sagaz; “quise invitar al público a ver como cada material, formato y género nos acercan a la realidad desde ángulos, a menudo, enfrentados”.
Documental híbrido observacional, diccionario experimental hecho con materiales de las redes sociales, sitcom de juicios y tres finales a escoger (¡elige tu propia aventura!). Todo esto, como mínimo, convive en esta joya de la anti-dramaturgia de Radu Jude, que, como recordó Víctor Iriarte en la presentación de la película, ya hace años un crítico lo definió como el “Berlanga rumano”. Sea un “polvo desafortunado” o “porno loco”, lo que queda claro es que aquí la pornografía o el sexo son los más inofensivos.
Marc Barceló