Jean-Gabriel Périot (Bellac, Francia. 1974) es un asiduo del Zinemaldia. Estrenó en Zabaltegi-Tabakalera su primer largometraje, Une jeunesse alemande (2015), regresó el siguiente año en New Directors con su Lumières d’été, ganó en Zabaltegi en 2018 con el cortometraje Song for the Jungle, y aún visitó la ciudad en la última edición antes de la Covid, en su ya casi hábitat natural, nuestro Zabaltegi, con Nós défaites. Su último film, Retour à Reims (fragments), basado en el libro que el filósofo e historiador francés Didier Eribon escribió relatando su historia familiar anclada en el obrerismo del siglo XX, sigue con su búsqueda sobre memoria y política a través de los materiales de archivo.
Sus películas a menudo parten de un trabajo con el archivo. ¿Retour à Reims (fragments) supone algún cambio respeto a su metodología?
En cada película necesito probar algo distinto. Esta vez, lo que probé fue totalmente nuevo para mí: la voz en off. Fue un reto total y aún hoy lo veo muy complejo en términos de edición. No fue nada fácil hacer que el texto, que en este caso es difícil de por sí, y las imágenes pudiesen ser entendidos como una unidad y que, al mismo tiempo, fuesen comprensibles cada uno por su parte.
Usa fragmentos de películas de ficción, de registros urbanos, de documentales… Al menos tres capas que conviven y van en la misma dirección.
El texto que grabé para la voz en off era bastante más largo del que finalmente escuchamos en el film. Como era demasiado denso, fui reemplazando partes de él con escenas documentales o de ficción por lo que transmitían en términos de contenido o de emoción. En el montaje, cada género encuentra su lugar, a veces casi por si mismo, sin que yo diferencie si son registros o artificios. Pero es cierto que la ficción a menudo puede ser mucho más esclarecedora para entender el contexto.
El film tiene una estructura musical y literaria: mouvements y capítulos numerados que ayudan a seguir el relato. ¿Tiene algo que ver con la adaptación del libro de Didier Eribon en el que se basa?
De hecho, el libro es mucho más caleidoscópico: mezcla los temas, personajes y tiempos. No es una lectura fácil. La película, sin duda, tenía que ser más sintética y estaba claro que no podría mantener esa estructura. Todo lo que tomé prestado del libro lo ordené cronológicamente y, a su
vez, puse el foco principal sobre la madre del autor. La temática de fondo sociológico y la política también están unidas en el libro. Decidí separar los dos puntos de vista (social y político) para contar mejor las causas y consecuencias de la lucha obrera en Francia.
La línea cronológica llega hasta la actualidad. Viendo la película, uno tiene la sensación de que el pasado lejano o la irrupción de esas luchas son más fáciles de comprender.
Es mucho más fácil ver las contradicciones en las luchas del pasado, como se muestra en el segundo “movimiento” del film y como pasa en la historia familiar de Eribon: podías ser un obrero, sufrir una existencia subalterna y, al mismo tiempo, aceptar y apoyar las tesis racistas. Es fácil verlo desde el presente y es muy difícil desentrañar las contradicciones de hoy; uno nunca está orgulloso de las suyas. Incluso pasa que ni siquiera nos atrevemos a resaltar las incoherencias dentro de nuestras propias luchas colectivas.
El título contiene la palabra “fragmentos”.
En primer lugar, quise dejar muy claro para la audiencia que hubiese leído el libro que no es una perfecta ni completa adaptación, sino solo pequeñas partes de él. El propósito de la película no es explicar ni abarcarlo todo. Al igual que ocurre con los fragmentos de otras películas que uso, es un retrato con pequeños retratos del pasado.
Y precisamente esta fragmentación encuentra su apogeo en el epílogo del film, donde vemos el sinfín de luchas sociales de hoy en día, cada una por su lado. ¿Cómo ve el futuro que deja en suspense el final de Retour à Reims?
Es muy confuso… Está por ver si todas esas luchas políticas y movimientos sociales (hablo de Francia) lograrán unirse o no. Se han dado algunos primeros pasos, está la intención, el deseo de ir de la mano, pero son muy frágiles. Aún así intento no ser pesimista, ni en mis películas ni en mi vida, es lo mínimo que puedo hacer.
Marc Barceló