"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El Festival alzó el telón con una gala sobria, como mandan estos tiempos de incertidumbre que vivimos, pero en positivo. Y es que, pese a todo, ayer noche en el Kursaal flotaba un aire de esperanza, producto de mirar hacia el futuro, eso sí, sin perder de vista ni el presente ni el pasado, ya que tal y como se encargó de proclamar Carlos Saura (autor del corto Rosa Rosae. La Guerra Civil que inauguró la programación del Festival): “La memoria es lo único que nos queda”. Su intervención fue uno de los momentos más emotivos de una ceremonia consagrada a poner de manifiesto esa conexión entre lo que somos y lo que fuimos a través de figuras como el ex director del Zinemaldia Luis Gasca o el cineasta Bertrand Tavernier. Dos personalidades que nos han dejado recientemente pero que siguen presentes en la medida en que siguen inspirándonos.
Precisamente el homenaje a Tavernier, introducido por Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes, nos dejó una de las frases más bellas que pudieron oírse en la ceremonia: “El cine es algo que se aprende riendo, divirtiéndonos”. Tal era la máxima que guió la labor de un director profundamente cinéfilo como Bertrand Tavernier. Una frase que sirvió como faro a una gala realizada en circunstancias difíciles, pero donde la posibilidad de volver a reencontrarnos unos días, aunque sea de manera efímera, en la oscuridad de las salas de cine, justifica por sí misma la necesidad de celebrar un Festival como éste. Esa necesidad de ver la luz al final del túnel fue el argumento que utilizaron las dos presentadoras de la ceremonia, Ane Igartiburu y Cayetana Guillén, para dar la bienvenida a un público que se vació en aplausos cuando la actriz francesa Marion Cotillard recibió el primero de los dos premios Donostia que se entregarán este año. La protagonista de La vida en rosa, De óxido y hueso o Anette recibió el galardón agradeciendo al festival su apoyo en la difusión de su primer trabajo como productora, Bigger Than Us: “Los artistas que están empezando tienen necesidad de expresarse”, manifestó para justificar este nuevo desempeño profesional. Y es que pocos dudan de que el cine es un arte de futuro justamente porque tiene pasado y presente.