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Al inicio de La criada de Kim Ki-young, la esposa le dice a su marido tras leer una noticia en el periódico: “Los hombres no tienen remedio interesándose por las empleadas”. El esposo, no sabemos si en broma o en serio, le replica que “las mujeres estáis a nuestro servicio”. “No debemos tener pensamientos semejantes en casa”, contesta ella. Entonces, la cámara abandona a la pareja y se centra en sus dos hijos jugando con unas gomas elásticas mientras desfilan los créditos. La duda está sembrada.
La criada fue restaurada en 2008 por el Korean Film Archive con el apoyo de la World Cinema Foundation. El responsable de este programa de preservación y restauración, Martin Scorsese, ha dicho que el escaso conocimiento que se tiene del film de Kim Ki-young en Occidente es uno de los mayores accidentes de la historia del cine. No solo la adora Scorsese. Para Bong Joon-ho es uno de los títulos fundamentales del cine de su país. Y lo mismo para otros cineastas surcoreanos actuales.
Justo dos años después de esta restauración, Im Sang soo dirigió un estiloso remake. La criada (2010) va a la esencia del original cambiando el envoltorio. La película es en color, formato horizontal y repleta de elegantes y constantes travelling alzados que no invalidan la misma sensación tensa del original –rodado en blanco y negro, formato cuadrado y espacios más reducidos– y transmiten idéntica crueldad y humillación.
Porque el film de 1960 acontece inicialmente en un apartamento de pequeñas dimensiones: en un apretado encuadre vemos a la madre cosiendo, el padre tomando notas, el hijo pequeño sentado junto a él y la hija practicando con el piano. Los protagonistas se trasladan después a una vivienda contigua algo más holgada, pero filmada de idéntica forma claustrofóbica, ideal para la historia relatada: casi nunca hay espacio suficiente para que los cuerpos respiren entre sí.
En el remake de 2010, que es también una sátira de la alta sociedad coreana, el escenario es una lujosa mansión de extensas estancias que permiten todos los movimientos de cámara posibles y muestran la relación triangular a través de composiciones especulares donde los podemos ver a todos, en primer plano o reflejados en un espejo. La nómina de personajes se amplia y difiere: el marido, la esposa, la criada seductora y susceptible de ser seducida, un ama de llaves y una hija adolescente que entra también en el juego del deseo y la sumisión. La multipremiada Parásitos de Bong Joon-ho estaría después en sintonía.
Siendo un remake, es también una variación. Y eso ya lo había hecho el propio Kim Ki-young en varias películas posteriores a La criada que indagarían en similares relaciones de odio y dependencia, a veces con un estilo gótico o de thriller de venganza. Es el caso de The Asphalt Pavement (1964), con el triángulo formado por un agente de policía, su esposa y el criminal que ha jurado matarla para vengar la muerte de su mujer a manos del policía. El de Woman on Fire (1971), en la que repite una pareja formada por un compositor musical y su esposa, que ahora viven en una granja y ven alterada su convivencia con la llegada de una misteriosa mujer. El de Insect Woman (1972), en la que una esposa acepta la relación entre su marido y una joven alumna. Y, definitivamente, el de Woman on Fire ’82 (1982), que mezcla en libre albedrío estilístico y argumental La criada y Woman on Fire. La criada persiguió a Kim Ki-young hasta el fin de sus días.
Quim Casas