Películas como El hombre de al lado, El ciudadano ilustre, Mi obra maestra o Todo sobre el asado (con la que participaron en 2016 en Culinary Zinema), han consagrado a Gastón Duprat y Mariano Cohn como una de las parejas de cineastas más irreverentes y creativas del cine argentino. Este año son los encargados de inaugurar Perlak con Competencia oficial, donde ponen a competir a Antonio Banderas y a Óscar Martínez bajo la mirada de Penélope Cruz.
En todas sus películas existe una tensión entre lo que somos y lo que representamos ser. ¿Qué les interesa de ese tema?
Gastón Duprat: Me gusta esa reflexión. No es que sea algo deliberado, pero, efectivamente, la impostación es un tema que está en todos nuestros filmes y aquí incluso desde el principio con esa reflexión que hace el personaje de José Luis Gómez.
Mariano Cohn: Sí, de hecho, yo creo que el gran tema de Competencia oficial es justamente ese y no tanto el cine dentro del cine, que es lo que todo el mundo ha puesto en valor. Nosotros quisimos hacer una historia sobre la estupidez humana.
¿Cómo fue la génesis de este proyecto?
G.D: La verdad es que es una película con un origen atípico, ya que parte del deseo de los tres protagonistas de trabajar juntos y de ser dirigidos por nosotros. Sobre ese deseo fuimos configurando una historia sobre el lado B de la creación y de la dirección actoral. El tema les entusiasmó y, de hecho, el guion se benefició de muchas aportaciones de ellos y ahí es donde se entrecruza la ficción con la realidad, ya que es fácil de asumir que son los propios actores los que están expresándose a través de sus personajes.
M.C: Nuestra premisa fue organizar un rodaje que fuera divertido, estimulante. Los rodajes suelen ser la cosa más aburrida del planeta, sobre todo para los actores. Aquí, sin embargo, quisimos organizar una arena donde ellos pudieran jugar sin verse interrumpidos por las búsquedas estéticas de un director intervencionista.
En este sentido, la directora a la que da vida Penélope Cruz, con sus ínfulas creadoras, representa un perfil opuesto a aquello que les define a ustedes como cineastas.
M.C: Se trata de alguien con una disciplina de trabajo que excede su labor como cineasta, ella está mas cerca de lo que sería una artista conceptual que una simple directora. En este sentido Penélope ha hecho una composición muy delicada de un personaje que se prestaba fácil a la caricatura. Yo creo que su interpretación se nutre mucho de algunos de los grandes cineastas con los que ella misma ha trabajado. Está por ver si después de esta película muchos de esos directores tan importantes vuelven a reclamarla (risas).
G.D: Son muchos los creadores que yendo de artistas exhiben una superioridad moral respecto del resto de los mortales, parece como si ellos sufrieran más que nadie, como si se tratase de personalidades hipersensibles para quienes los actores son tan solo una herramienta a su servicio. Nosotros nunca hemos entendido esa importancia con la que se revisten ciertos directores.
¿Cuánto hay de autoparódico en las interpretaciones de Antonio Banderas y Óscar Martínez?
M.C: Nuestra premisa es que ellos interactuasen desde la espontaneidad y, por eso, muchas secuencias las organizamos en torno a planos largos donde ambos se entregan a defender sus personajes sin que hubiera ninguna interferencia por nuestra parte. La sensación es de estar asistiendo a una clase magistral por parte de dos actores de métodos diferentes.
G.D: Al ser Óscar y Antonio los actores que son y lo que representan cada uno en el mundo del cine, es inevitable no ver en sus personajes mucho de sí mismo. Eso lo sabíamos y nos interesaba explotarlo.
¿Cómo fue la experiencia en Venecia? ¿Qué sensación les deja el haber sido los elegidos para inaugurar la sección Perlak este año?
M.C: En Venecia tenemos un público muy fiel. Yo creo que nos vimos favorecidos por ser la única película que concursaba donde había elementos de comedia y eso el público siempre lo agradece. Para nosotros es un honor volver a San Sebastián después de haber participado hace unos años con un documental como Todo sobre el asado. Se trata de dos películas totalmente distintas pero que, a la vez, tienen cosas en común.
Jaime Iglesias