El Festival de San Sebastián ha presentado hoy su diagnóstico ambiental y se ha ratificado en su compromiso de seguir adoptando medidas para reducir la huella de carbono derivada del evento de nueve días en septiembre y de la actividad de la entidad durante el resto del año.
En los últimos meses, la empresa Naider ha realizado el diagnóstico ambiental del certamen que, como cualquier otra cita internacional, tiene un impacto económico y sociocultural positivo para la ciudad en la que se desarrolla, pero también genera un impacto ambiental notable como consecuencia, sobre todo, de la movilidad y presencia de una gran cantidad de asistentes: 178.000 espectadoras y espectadores, y 4.300 personas acreditadas.
Para realizar el diagnóstico, se ha medido la huella de carbono a partir de información pormenorizada de todos los ámbitos. Además, se han realizado encuestas a todos los agentes vinculados con el Festival, así como una jornada de formación y capacitación con la plantilla y reuniones de seguimiento. Las categorías analizadas han sido la movilidad, los residuos, las contrataciones, la energía y el compromiso.
El estudio ha determinado que durante su celebración, el Festival tiene un impacto ambiental elevado (568,3 toneladas CO2 por día), aunque en proporción es menor que el de otros eventos similares. Hace una década ya se efectuó un estudio para calcular la huella del certamen y, a pesar de que éste ha crecido de manera notable en número de películas, público y acreditados, el resultado no ha variado sustancialmente.
El principal impacto ambiental deriva de la movilidad, que constituye el 75% de las emisiones, derivadas principalmente de los viajes internacionales realizados por las personas acreditadas de todo el mundo. Al ser un factor externo en el que la organización del certamen no tiene mucha capacidad de actuación, el estudio considera más viable activar la vía de la compensación de emisiones. Mientras estudia propuestas en ese sentido, el Festival seguirá fomentando el uso de coches eléctricos en su flota de vehículos: actualmente, Audi pone a disposición del Festival ocho coches eléctricos de un total de 30 para los traslados de invitados.
Durante los nueve días del Festival, se generan 4.852 kilogramos de residuos (principalmente papel, cartón y fracción resto), de los cuales el 9% se reutiliza y el 76% se recicla. Este apartado es, junto con la movilidad, el mayor desafío ambiental a afrontar, y pasa por la eliminación de productos de un solo uso, la priorización de materiales reutilizables, la recogida selectiva y la sensibilización de los asistentes, entre otras medidas. Por ejemplo, este año la Diputación de Gipuzkoa suministrará al Festival moqueta fabricada con materiales reciclados para las alfombras rojas del Kursaal y del Victoria Eugenia, y al final de la edición, éstas se reciclarán en prendas de ropa u otros usos. Asimismo, las 10.500 acreditaciones que expide el Festival serán biodegradables, seguirán potenciándose la separación y el reciclaje en las sedes del certamen y se suprimirán los vasos de un solo uso y las bolsas de plástico de la tienda, donde el merchandising textil (camisetas, bolsas, etc.) será de algodón 100% orgánico. Además, el voto impreso del Jurado de la Juventud y del Premio del Público Ciudad de Donostia-San Sebastián se sustituirá por un sistema de votación digital. En lo referido a las publicaciones, el Festival ha apostado por eliminar algunas de las impresas o reducir la tirada, al tiempo que potenciará el uso y consulta de sus versiones digitales.
El volumen de contrataciones también genera un impacto importante por cuestiones como las infraestructuras, las traducciones o el personal técnico de iluminación y sonido. El 90% del presupuesto del Festival se consume en los nueve días de septiembre, y en la medida de lo posible, el certamen ya ha comenzado a incluir la variable verde en algunas contrataciones y como primeras medidas, cuando la situación sanitaria permita celebrar fiestas y eventos, se primarán el catering de kilómetro cero y los envases reciclables.
En cuanto al impacto generado por la energía empleada en las proyecciones, la climatización de las salas y el gasto por alojamientos, la mayor parte del consumo se produce por terceros, es decir, en los espacios alquilados para celebrar el evento y en los hoteles, lo cual reduce la capacidad de incidir en las cifras de emisiones. Sin embargo, el Festival ya ha comenzado la transición de la iluminación halógena a la tecnología LED en la mayor parte de las instalaciones que realiza en los exteriores del evento. En la presente edición, el 80% del total de la iluminación exterior del Festival se realizará a través de lámparas LED, lo que supondrá un ahorro energético del 75%.
Según el estudio, en el apartado dedicado al compromiso aún queda margen de mejora en cuestiones como los productos de un solo uso, el merchandising y la decoración, que no han sido reciclados ni reciclables. Tampoco se han priorizado alternativas sostenibles de movilidad o una gestión más exhaustiva de los residuos, pero el Festival es consciente de que ha de incorporar la variable medioambiental en su actividad dada su condición de cita internacional. En ese sentido, promoverá también la realización de programas públicos que sirvan para concienciar al sector en la materia. En esta edición, por ejemplo, organizará una mesa redonda sobre la distribución cinematográfica y los retos que deben asumirse para que ésta sea más sostenible. Además, desde hace años Greenpace concede el Premio Lurra a la película del Festival que mejor refleja los valores de paz y defensa del medio ambiente.
El diagnóstico ambiental del Festival no se limita a los nueve días de septiembre en los que se celebra la edición anual, sino que también analiza el impacto que la institución y su medio centenar de trabajadores tienen durante el resto de meses. En ese caso, la huella de la entidad durante todo el año (1,1 toneladas de CO2 por día) es mínima en comparación con la del evento.
En cualquier caso, el mayor impacto viene dado también por la movilidad, en este caso, por los viajes de trabajo. Por ello, el Festival se compromete a estudiar medidas de compensación y, mientras tanto, a seguir priorizando, en la medida de lo posible, el tren y los viajes compartidos en furgoneta sobre los vuelos (como ya se hace en el caso de los viajes al Festival de Cannes y otros desplazamientos relacionados con la selección de películas). El estudio califica de ejemplar la movilidad in itinere de la plantilla del Festival, pues el 76% del personal escoge ir a pie, en bici, autobús o tren.
Las contrataciones durante el resto del año tienen también un impacto considerable (traducciones, mantenimiento de la web...), y en lo relativo a los residuos, aún hay margen de mejora: este año se han eliminado las papeleras individuales en las oficinas del Festival, se han sustituido los vasos y plásticos de un solo uso por vasos de cartón reciclado y materiales sostenibles y se han instalado estaciones de reciclaje al objeto de reciclar más del 90% de los residuos, al tiempo que se ha adquirido el compromiso de optimizar el uso de las impresoras ante el elevado consumo de papel. En lo referente a la energía de las oficinas, ya es 100% renovable y el impacto es pequeño. Por último, el certamen también seguirá apoyando, como en junio de este año, el mes sin plástico que promueve el Ayuntamiento de Donostia para concienciar sobre el excesivo uso del plástico y para tratar de reducir el consumo de envases o bolsas de un solo uso.
El Festival de San Sebastián es consciente de su responsabilidad y de su posición como plataforma para transmitir un mensaje en torno a la concienciación y el compromiso por el clima y la sostenibilidad, cuestiones hoy más acuciantes que nunca. En sucesivas ediciones, el certamen continuará midiendo sus emisiones a través de nuevos estudios, al tiempo que seguirá impulsando actuaciones en cada una de las distintas categorías para reducir su impacto ambiental y alinearse con los objetivos internacionales y la salvaguarda de la naturaleza.