"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un festival de cine suele ser un trampolín. Para directores jóvenes mucho más. ‘Un premio le da visibilidad a la película’, han repetido casi de forma calcada algunos jurados en entrevistas realizadas durante la semana. Visibilidad no solo para que estas películas sean vistas, por supuesto, sino comercializadas. Películas como productos. Un festival de cine es un mercado. No todos. Hay festivales pequeños cuya única motivación es compartir, formar públicos y resistir bajo el paraguas de géneros cinematográficos con menos posibilidad de ser capitalizados.
Estos festivales suelen estar integrados por cortometrajes. No es el caso del Festival de San Sebastián, que es un titán inmenso. Pero incluso para un animal tan grande como este hay lugar para cortos o mediometrajes. No son muchos, pero ahí están. En secciones como Zabaltegi-Tabakalera, u otras reservadas al final del catálogo como Zinemira Kimuak. A medio camino entre ellas está Nest, la sección dedicada a estudiantes de cine. Estudiantes o recién egresados, que dan los primeros pasos en la dirección y llegan cada año a San Sebastián para participar de la sección competitiva y el encuentro con directores con mayor kilometraje que alguna vez, como ellos, fueron estudiantes de cine. O quizá no. Mucha gente que hace películas no estudia cine, así como gente que escribe novelas no estudia literatura – aunque vaya en aumento las matrículas en masters de Escritura Creativa–, o cualquier disciplina artística que pueda imaginarse.
Las aulas no garantizan la calidad de las obras que ahí se producen. Pero existen y a veces dan buenos resultados. Pero son cortometrajes, y no se pueden vender. No dentro de los parámetros del mercado que la industria del cine, al igual que cualquier otra, impone. Entonces, ¿qué valor tiene eso que no puede ser vendido?
Efraín Bedoya Schwartz