"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Con su primer largometraje, lnnocence, la directora francesa Lucile Hadzihalilovic ganó en el Festival el premio New Directors. El segundo largometraje, Évolution, compitió en la Sección Oficial y recibió el Premio Especial del Jurado. Y como no hay dos sin tres, Hadzihalilovic regresó ayer a San Sebastián para presentar, también en Sección Oficial, su tercer largometraje: Earwig.
Su nueva obra es una adaptación de la novela homónima de Brian Catling que Hadzihalilovic tuvo la oportunidad de leer antes, incluso, de que fuera publicada. “Quedé fascinada. Me pareció muy misteriosa y me permitió adentrarme en un territorio que desconocía por completo”, confesó la cineasta en la rueda de prensa posterior a la proyección. “Sobre todo, me atrajo la libertad que la novela da al lector. Con mi película yo también he intentado que el espectador encuentre su propio camino”, añadió.
En dicha rueda de prensa, la realizadora francesa estuvo acompañada por dos de los intérpretes del film, Romola Garai y Alex Lawther, y el coguionista Geoffrey Cox. Precisamente Cox fue el artífice de que la novela de Catling acabara en las manos de Hadzihalilovic. “Nada más leer el libro, vi unas imágenes en mi cabeza y enseguida pensé: ‘esto es una peli para mi amiga Lucile’”, explicó.
Aun así, ambos coguionistas reconocieron que la novela de Catling tiene muchas capas y que ellos solo se centraron en aquello que les interesaba. “Hemos dejado muchas cosas fuera. Se podría hacer otra película de “Earwig” con ellas”, aseguraron. “Nuestra misión ha sido la de releer, reimaginar y resoñar la historia de Brian Catling”, afirmó Cox.
Esto no supuso un inconveniente para el autor del libro. “En todo momento, la relación con él ha sido extraordinaria”, reveló Hadzihalilovic. “Él también es un artista plástico y tiene una relación muy lúdica con todo lo que hace”. Por eso, no tuvo ningún problema en decirle “que le iba a traicionar”. Por supuesto, a Catling le pareció muy bien.
Para lograr el ambiente denso y claustrofóbico que requería la historia, el equipo de la película se enfrentó al reto de rodar sin iluminación, prácticamente en una penumbra continua. “El objetivo era conseguir la apariencia de un cuento gótico y creo que el resultado ha sido expresivo y seductor”, aseguró Hadzihalilovic.
Otra característica que la directora consideró importante otorgar a la película es que fuera muy silenciosa. “Por eso, para la composición de la banda sonora, más que música creamos texturas sonoras”, contó Hadzihalilovic. Así, entre los firmantes de la partitura de Earwig destaca Warren Ellis, miembro de Nick Cave and the Bad Seeds.
Por suerte, según la realizadora, la atmosfera depresiva del film no se trasladó al set de rodaje. “Para nosotros fue un regalo poder seguir rodando tras la pandemia y, por eso, estábamos más entusiasmados, si cabe”.
La actriz Romola Garai quiso destacar la democrática forma de trabajar de Hadzihalilovic. “Normalmente, cuando haces una película, eres un soldado de a pie que interpreta el punto de la vista de la directora. En este caso, en cambio, podías opinar, aportar e interpretar la historia a tu manera”. Para el actor británico Alex Lawther, también fue un regalo grabar de esa manera. “Era como estar en el sueño febril de Lucile y nosotros tan solo teníamos que dejarnos llevar”, opinó.
Finalmente, la cineasta quiso celebrar el hecho de poder presentar la película en San Sebastián y ver que las salas vuelven a llenarse. Además, pidió un deseo: conquistar no solo al jurado, sino también a una crítica que hasta ahora le ha sido esquiva.
Iker Bergara