"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El ecuador de este ‘tiempo de cine’ está superado y, al igual que hemos olvidado eso de vivir sin mascarillas, ahora cuesta imaginar Donostia sin el Zinemaldia. Las previsiones meteorológicas, de las que me he convertido en un seguidor obsesivo estos días, alertan Las mil y una lluvias hasta el fin del Festival, así que los jóvenes, hormonas y balones (ingredientes sacados del film de Clarisa Navas) aprovecharon la pulcritud del cielo de ayer para ocupar la plaza de Zuloaga, o de San Telmo, o de los Cines Príncipe, testigos del bullicio y la vuelta al pantalón corto. Parece pues que mi panegírico al verano en el Diario de ayer ha sido destripado sin remordimientos.
A primera hora, los pescadores vuelven al puente dando la espalda al mar mientras un velero se posa sobre la cuerda floja del horizonte, inestable como el personaje de Los conductos de Camilo Restrepo. La vela blanca y su reflejo parecen invocar la luna, tan tímida en la Noche perpetua y oscura de la última semana. Rondando también su ecuador creciente, la sonrisa lunar abducirá a los amantes, que como en La sel des larmes aullarán pasiones en blanco y negro ‘garreliano’ por los paseos y las playas, esperando a que su deseo se mantenga hasta la luna llena de octubre. Durante una caminata nocturna precisamente, en Gros me encontré con una nómada moderna como Fern en Nomadland (Chloé Zhao); había traspasado la frontera desde Francia en autoestop y sin zapatos, escapando de algo misterioso. Cuando le conté mi trabajo durante estos días, respondió “¿Qué festival?”. Por suerte, el tiempo del cine es una Correspondencia constante con lo que le atraviesa: la vida misma.
Marc Barceló