"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Sol Berruezo aterriza con su primer largometraje en Horizontes Latinos. Desde Buenos Aires nos llega una historia sobre el mundo femenino de la niñez, de la pubertad: Mamá, mamá, mamá. Para la directora era importante narrar esta etapa en el cine porque “es como un híbrido donde, a pesar de que ocurren un montón de cosas, no nos paramos a contarlas. Digamos que, o se narra la etapa de la niñez o se pasa directamente a la adolescencia. Siento que ese momento, ese cambio, donde ocurren muchísimas cosas en una mujer, casi hasta de ciencia ficción, no están contadas y merecen su propia historia”.
Se trata de poner en pantalla ese cuerpo que crece “a destiempo del niño”, como nos comenta la directora. Cleo, la protagonista, es esa niña que se ve obligada a crecer de una manera repentina y a esconder de la mirada de los adultos aquello que antes mostraba con total tranquilidad e inocencia. Además, la protagonista tendrá que lidiar con la repentina muerte de su hermana y, como consecuencia, la pérdida temporal de su propia madre, que estará inmersa en gestionar el duelo de la muerte de su hija.
Con esa pérdida llegan las primas de Cleo: Leoncia, Manuela y Nerina. Cada niña centrada en su microuniverso particular. Sumergirán a la protagonista en ese mundo femenino de la niñez, donde surgirán temas como el miedo de no haber besado nunca, la menstruación, la aparición de un cuerpo que ya no pertenece a la misma persona que lo habita, el paso a la madurez…
Mamá, mamá, mamá es una historia con mujeres como protagonistas tanto dentro como fuera de cámara: “Tenía totalmente pensado de antemano
que fuéramos solo mujeres”, nos cuenta Berruezo. Para ella, era importante incluir la figura femenina “en el rol técnico; no solo en el artístico: nos tienen acostumbrados a ver a mujeres retratadas, las asociamos
con musas de la historia del cine”.
El film, que recibió una Mención Especial del Jurado Internacional del Festival de Berlín, en la sección Generation Kplus, ya se había llevado el primer premio del concurso Ópera Prima organizado por el Instituto de Cine Argentino en 2017. Para la directora, el cine es “un arte que incluye todo lo que me gusta y que, además, es compartido, colectivo. Siempre he escrito, pero cuando empecé a analizar la posibilidad de trabajar con más gente me pareció que era lo más cercano a lo que siempre había querido hacer”.
La directora añade que le interesaba mucho hablar del “sentimiento de la tristeza que, para mí está infravalorado y es igual de digno que la felicidad. Sin embargo, ese sentimiento, esa sensación, no está retratada como me gustaría”, a lo que añade que: “Hay algo en la melancolía que me gusta mostrar. Un denominador común de mis historias tal vez sea ese: hacerlo más visible, más ligado a la vida cotidiana, como puente a algo más; una evolución para dejar de temer a ese miedo”.
Berruezo afirma que “su deber como narradores es contar lo que sucede en Latinoamérica, como la pobreza”. Aunque, esta vez, ha preferido quedarse con esa historia tan viva en el interior de cada cuerpo femenino.
María Aranda