"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Grigory Kolomytsev (Krasnodar, Russia. 1990) fue seleccionado en Nest con su cortometraje Mariâ en 2016. Fue su primera experiencia en un festival internacional; era estudiante de cine y fue la primera vez que se presentó al resto como ‘cineasta’, por lo que el Zinemaldia para él es un lugar en el que se siente muy arropado. Participó, además, en el programa de residencias para desarrollo de proyectos Ikusmira Berriak en 2018 con Chupacabra, el largometraje que ahora presenta en New Directors. Recuerda la experiencia como una de las más fructíferas para su carrera: “En esas semanas pude entender todos los elementos que mi película necesitaba, todas las etapas que la conformaban, qué quería decir en ella y cómo debía trabajar. Pude perfilar el proyecto en profundidad”.
Chupacabra narra el día a día de Andrey, un chico de nueve años que vive en un pueblo costero y le preocupa la intención de su madre de enviarle a un orfanato. Un papel interpretado por Platon Kuzmich, al que encontraron a la salida de un cine cuando el proceso de casting no había comenzado. “Fue la tercera foto de candidatos que me enseñaron, y me fascinó mucho cuando lo conocí pero pensé que era muy pronto y que debíamos esperar a ver más candidatos. Después, tras meses viendo cientos de aspirantes, cada día me acordaba de él y finalmente entendí que era el candidato ideal”.
Para su ópera prima, Kolomytsev decidió contar con personas que fueran debutantes en los puestos clave del equipo técnico y artístico: “Fue hermoso, pero fue también muy duro enfrentarnos a todos los retos que entraña un largometraje por primera vez”.
Otro desafío importante para él fue aprender a trabajar con el formato: “Me he dado cuenta de que a menudo, en los cortos, hay una tendencia a querer condensar toda una vida en diez minutos, y no funciona. Un largometraje equivale, en duración, a por lo menos cinco cortos. Me preocupaba decir demasiado y opté por la sencillez, me centré en el personaje, en describir los estados emocionales y mentales que atraviesa. En primer lugar quería hacer una película documental, como reto personal, pero teníamos muy poco presupuesto y un niño presente en casi todas las escenas, por lo que dediqué mucho tiempo a la creación
de un script muy detallado para asegurar que el rodaje fuera fluido”.
La proyección en el Zinemaldia ha sido el momento más importante de la película para este cineasta, ya que era el estreno mundial y ver las reacciones de la audiencia le ha resultado muy gratificante: “Llevo un año sin conectar con la industria, trabajando solo, y antes de llegar aquí es como si hubiera olvidado lo que filmé. Ha sido muy interesante oír las preguntas, comprender que hay cosas que alguna gente capta, que son muy obvias, pero que no habías caído en que estaban presentes en tu propia película”.
Amaiur Armesto