"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que vela por la libertad de expresión y su buena relación con el juez de la Sala del Juzgado 3H, permitió al realizador Antonio Méndez Esparza introducir su cámara en el Tribunal de Familia Unificada de Tallahasee y grabar durante dos meses todo los casos relacionados con menores que allí acontencían. “Fruto de poder estar ahí, nace este largometraje que intenta mostrar un retrato honesto y realista de una corte judicial”, explicaba Méndez tras la presentación de Courtroom 3H en el Kursaal.
El cineasta ve su nuevo trabajo como una continuación de La vida y nada más, película que también compitió en la Sección Oficial del Festival de 2017, “en la que pienso que no fui del todo justo con la corte y cuya visión de la familia desestructurada americana era muy limitada”. En cambio, en esta ocasión, Méndez se ha encontrado con una corte que cree en la rehabilitación y en la participación. “Dentro de esa sala importan las opiniones de las personas e intentan aportarles soluciones”, piensa el cienasta.
En ese sentido, una de las figuras clave del largometraje es la del juez, cuya sensatez y empatía permanece inquebrantable a lo largo de todo el metraje. “Llegué a tener miedo de que la película pareciera un anuncio de él”, reconoce el director. “Creo que es una persona que es consciente de la dificultad de su trabajo y que sabe que sus decisiones a veces pueden ser equivocadas pero que las tiene que tomar”, afirma.
Según Méndez, uno de los objetivos finales del documental ha sido “poner al espectador en las mismas encrucijadas a las que día a día tiene que enfrentarse el juez”. Con este trabajo el realizador ha comprendido que la justicia en ocasiones es subjetiva: “Cuando dos partes van a juicio, las dos piensan que pueden ganar y la decisión final nunca suele ser clara, más bien, gris”. Incluso en los casos más claros, “lo que está en juego es tan grande que la duda nunca se difumina”.
Asimismo, Méndez reconoció haber dudado él mismo, también, sobre la idoneidad o no de grabar el interior de esa sala y a las personas que por allí pasaban. “En cierto modo yo también he tenido que tomar una decisión gris”. Aunque en su fuero interno, espera “que la película valga la pena y aporte luz a una situación común pero pobremente explorada”.
Pedro Hernández, productor de Courtroom 3H, quiso remarcar en ese momento que para que el documental pudiera proyectarse, aunque con una serie de restricciones, tuvo que ser declarado de interés general por una audiencia judicial “y eso es gracias al trabajo de Méndez y a la calidad del producto final”.
El realizador señaló que encontrar una estructura final a todas las horas de la grabación fue lo más complicado del proyecto porque filmaron todas las vistas sin tener nada claro. “Creo en el cine como una forma de descubrir, no como una manera de contar algo que sé. Por eso, Courtroom 3H, en cierta manera, es una película azarosa”, reveló Méndez.
Iker Bergara