"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nacida en Malmö (Suecia) en 1960, lleva trabajando como diseñadora de vestuario desde 1985, habiendo desarrollado toda su carrera en España, donde ha colaborado con cineastas como Imanol Uribe, Gerardo Herrero, Emilio Martínez Lázaro, Ken Loach o Terry Gilliam.
¿Cómo encara su labor como jurado en esta edición del Festival?
Pues con la mente limpia. De hecho, tanto yo como los demás jurados hemos optado por no leer ninguna referencia ni ningún comentario sobre las películas a concurso con la idea de no dejarnos influir.
¿Qué es lo que valora en una película?
Los que nos dedicamos profesionalmente al cine vemos tantas películas al cabo del año que siempre buscamos la novedad. Desde este punto de vista valoramos muy positivamente aquello que nos sorprende, que nos parece diferente, aunque la sorpresa no sea necesariamente positiva, pero a veces sentir rechazo expresa también una emoción. Lo peor que me puede pasar es que una película me deje indiferente.
¿Cree que en el cine la estética y la ética deben ir de la mano?
Sí claro, pero eso no significa que para apreciar una película halla que atender a su belleza, a veces también debemos detenernos en su carencia porque muchas veces renunciar a lo que es bonito y poner el énfasis en lo imperfecto también contribuye a determinar la singularidad de algunas propuestas.
Cuando diseña el vestuario de un film ¿cuál es su punto de partida?
Éste siempre viene determinado por las conversaciones que mantengo con el director porque, como diseñadora de vestuario, mi función es ayudarle a hacer su película. Cuando hago los diseños tengo que tener en cuenta la historia que estamos contando, el cómo queremos contarla y el modo de hacerlo. El vestuario tiene que contribuir a darle entidad a los distintos personajes porque la gente suele expresar su carácter a través de la ropa que se pone.
¿Cree que el público aprecia el trabajo de los diseñadores de vestuario?
Con el vestuario pasa como con la fotografía: que cuanto menos se aprecie mejor; porque si nuestro trabajo resulta demasiado evidente y llama mucho la atención es que no acompaña a la historia. En este sentido a mí siempre me ha molestado esa sobrevaloración que acompaña a los filmes de época donde el trabajo de los diseñadores de vestuario siempre se ensalza. A veces es mucho más difícil vestir a los protagonistas de una historia contemporánea porque tienes que ser más sutil y, además, por lo general, cuentas con menos medios y menos control.
¿Hay alguna película de la que se sienta orgullosa o algún director de aquellos con los que ha trabajado que le haya marcado?
Me siento muy orgullosa de mi trabajo en Las 13 rosas, no solo porque fue la película que me valió el Goya sino porque me sentí muy identificada con la visión de Emilio Martínez Lázaro de abordar aquella historia incidiendo en la alegría de vivir de las protagonistas, lo que nos llevó a un trabajo muy bonito con los colores prescindiendo de hacer una narración histórica en tonos sepia, que es lo que se estila cuando hablas de la Guerra Civil. También me gustó mucho trabajar con Terry Gilliam. Es un genio maravilloso siempre abierto a escuchar tus propuestas y a tenerlas en consideración.
Jaime Iglesias