Nunca ha resultado sencillo acercarse a una figura como la de Shane Mac- Gowan. Menos hoy en día, cuando el músico y poeta irlandés se encuentra en un estado de salud delicado tras muchos años de excesos de alcohol y drogas, y negándose en redondo a hacer entrevistas. Ni siquiera a Julien Temple, viejo conocido suyo y veterano director especializado en documentales de rock and roll, curtido en mil batallas, quien ya ha firmado reconocidas películas en torno a bandas como los Sex Pistols, The Clash y The Rolling Stones, o músicos como Marvin Gaye. “El mero hecho de estar aquí presentando este documento ya es un logro”, manifestó ayer el realizador en la presentación de la película.
Buena parte del mérito en la consecución de este logro la tiene el actor Johnny Depp, amigo de MacGowan desde hace más de 30 años, y productor de esta Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan, que compite por la Concha de Oro en la presente edición del Zinemaldia. “Yo he tenido la suerte de vivir esta película durante 35 años, y quería que el mundo viera también, y definitivamente, quién es Shane y cuál es su legado. Para mí es uno de los grandes poetas de todos los tiempos”, dijo Depp, presente ayer también en San Sebastián. “Reconozco que me fascinan las personas que se mantienen fieles a sí mismas. Como Hunter S. Thompson, como Marlon Brando, como Keith Richards. Shane pertenece a esa clase. Sigue siendo el mismo que era cuando lo conocí hace décadas, y lo seguirá siendo siempre”.
Quien fuera cantante y principal compositor de The Pogues, banda capaz de aunar en los años 80 del pasado siglo la crudeza del punk y la tradición y melancolía de la música tradicional irlandesa, nació en Irlanda, pero ya de niño fue a vivir a Londres con su familia, donde vivió de lleno la explosión del punk, a la vez que se mantenía muy fiel a sus raíces y políticamente comprometido en el conflicto irlandés. Esa vivencia entre las dos culturas ocupa un espacio importante en la cinta. Según Temple, “para mí MacGowan es un outsider tanto en Irlanda como en Inglaterra, y sintetiza muy bien ambas culturas. Eso también me parecía importante mostrarlo en estos tiempos del Brexit, y porque también quiero que losjóvenes conozcan su propia historia”.
Un signo de interrogación
Temple admitió que “tenía entre manos un excelente personaje cinematográfico que ha ido más allá de todos los límites”. Pero había que construir
el documento. “El montaje ha sido fundamental en la realización de esta película”, explicó el director. Lógicamente, se empleó muchísimo material de archivo, rescatándose viejas grabaciones familiares y musicales, así como antiguas entrevistas y pasajes de películas de ficción. Se añadieron asimismo algunos pasajes con animaciones, algo que Temple ya ha empleado en otras ocasiones. “Es que los dibujos animados son un gran medio para contar cosas, especialmente si hablas de rock and roll”.
Todos los recursos eran válidos para tratar de explicar una personalidad que, aunque Johnny Depp sintetizó como rebelde e irreverente, tanto él como Julien Temple coincidieron en reconocer como francamente compleja y con muchas facetas a descubrir. El actor y productor norteamericano describió el proceso como “un viaje a la profundidad de un hombre, a lo que hay en el interior de su mente y de su corazón”.
La dificultad del viaje estribó en que MacGowan parece no ser la persona más accesible del mundo y que lo de sentarse frente a él para hacer una entrevista no es algo que funciona. Si se quería algún testimonio directo y actual había que pensar en algo diferente. De esta manera se le propuso al irlandés cambiar a la fórmula de ‘conversaciones’ filmadas con amigos, como el propio Depp, o el antiguo líder del Sinn Féin, Gerry Adams, o el cantante de Primal Scream, Bobby Gillespie (que reconocía sentirse muy intimidado frente a MacGowan). Eso sí, “cada día con él era un signo de interrogación”, bromeó Johnny Depp. “En realidad, ésta es una película de acción”.
Gonzalo García Chasco