Desde que debutase como director de largometrajes en 1998 con la aclamada Celebración (dando, de paso, carta de legitimidad al movimiento Dogma95), el danés Thomas Vinterberg ha ido construyendo una de las filmografías más coherentes del cine europeo contemporáneo. Ayer algún periodista le hizo notar cómo Druk, su último y aplaudido largometraje, con el que este año opta a la Concha de Oro, tiene un cierto aire de familia con La caza (2012) y La comuna (2016), constituyendo una suerte de trilogía sobre los espacios de podredumbre moral que acontecen en su país, un territorio que, según muchos estudios, acoge una de las sociedades más felices del planeta. A este respecto el cineasta danés manifestó que “en primer lugar me cuesta asumir que la felicidad pueda ser algo cuantificable, pero, al margen de eso, lo que sí puedo decir es que somos una sociedad muy pequeña y muy segura y eso al final nos lleva a un exceso de racionalidad y nos deja instalados en la mediocridad. A los artistas nos toca responder frente a eso; los creadores estamos obligados a investigar las grietas del sistema y hacer ver que, pese a todo, en nuestro país hay violencia, hay abuso de menores y hay un problema social con el alcohol”.
Druk es la historia de cuatro profesores de instituto que comienzan a experimentar con el alcohol de cara a investigar los niveles de desinhibición que son capaces de alcanzar ayudados por la ingesta de licores varios en horas de trabajo. Sin embargo, no se trata de una película sobre el alcoholismo, o no solamente. El actor Madds Mikelsen, presencia habitual en el cine de Vinterberg y protagonista de Druk, manifestó al respecto que “nuestra película más que hablar sobre los efectos del alcohol refleja nuestra dificultad para abrazar la vida”. A su lado, en conexión on line desde Copenhague, el director del film asintió antes de declarar que “más allá de lo que supone beber, la película muestra cómo lo incontrolable apenas tiene espacio en nuestra vida y cómo nos cuesta gestionar aquello que no podemos dominar. El consumo de alcohol es una metáfora de eso. Beber te permite entrar en otro espacio, en otra habitación y en esa estancia se han tomado decisiones fundamentales para el futuro de la humanidad. Por ejemplo, si Churchill no hubiese estado bebido ¿habría sido capaz de mandar a 200.000 personas a la guerra? ¿hubiera sido capaz de adoptar esa misma decisión estando sobrio?” Reflexionando sobre ese deseo que todos tenemos por perder el control más allá de la rigidez que procuran las convenciones, Mikelsen reflexionó que lo importante es conocer nuestros propios límites: “Si uno juega a los dardos tomando un par de cervezas, se lo pasa bien; si nos tomamos siete probablemente no seamos capaces de acertar al tablero; y si no nos tomamos ninguna seguramente no nos apetezca jugar”.
De este modo, lo que propone la película de Vinterberg es un espacio de reflexión sobre una sociedad reprimida donde las personas se ven paralizadas por el miedo al fracaso y por la dificultad que conlleva hablar sobre nuestras emociones, algo que siempre se ha asumido como síntoma de debilidad, de ahí que los cuatro protagonistas del film busquen en el alcohol un aliado para mejorar la confianza en sí mismos y establecer relaciones de complicidad con sus
semejantes, empezando por sus propios alumnos. No obstante, el director se resistió a admitir que su película pueda asumirse como una aproximación a la idiosincrasia danesa y ni tan siquiera cree que refleje la naturaleza masculina: “Me gusta pensar que el conflicto que planteo en la película tiene alcance universal, aunque es verdad que la relación con el alcohol cambia de un país a otro y que los rituales son distintos, pero en el fondo esa necesidad por desinhibirse se da en todas las culturas”. Más predispuesto se mostró Vinterberg a valorar su película como una historia de amistad: “La amistad es un concepto muy importante para mí, no solo en mi vida privada, sino que, de alguna manera, ha guiado mi obra desde los tiempos del Dogma95 que, más que un movimiento, fue una especie de hermandad donde un grupo de personas nos unimos para compartir una experiencia”.
Jaime Iglesias