El Enrique Villarreal más íntimo y desconocido se revela al espectador en El Drogas, un documental biográfico que explora las múltiples dimensiones de este artista infatigable. Su director y guionista, el navarro Natxo Leuza, poseedor de una larga trayectoria en el mundo del documental, espera que este trabajo sirva para que la gente vuelva a las salas, “uno de los lugares más seguros donde se puede estar hoy en día”.
Hoy se estrena su documental sobre ‘El Drogas’. Parafraseando a Barricada: “¿Estás asustado?”
Estoy muy tranquilo y eso que soy bastante nervioso. Tenemos ganas de estrenar la película en el Zinemaldia, era el objetivo de Enrique Villareal y de su compañera Mamen Irujo también. Cuando nos enteramos fue una gran alegría.
Es su primer largometraje, ¿cómo se ha sentido?
Cómodo. Cuando me enfrento a un trabajo siempre hay dificultades, pero con la experiencia acumulada de tantos años sabes enfrentarte a ello. Ha sido muy difícil por la cantidad de material de archivo. Enrique es un artista multidisciplinar y ha sido un reto muy grande seguirle e intentar desgranar todo lo que hace para llegar al fondo del personaje. Creo que, aunque Internet esté lleno de entrevistas y material sobre Enrique, no se le conoce a fondo. Mi primera clave fue ir por otro camino, contar cosas que la gente no sabe, cosas íntimas. Con Enrique todo es muy fácil. Se puede hablar con normalidad de todo gracias a su dulzura. Dice que sí a todo y no para, no se puede aguantar el ritmo que tiene. Es arrollador, un corredor de fondo.
¿De dónde surge la idea de grabar un documental biográfico sobre Enrique Villareal? ¿Es fan, amigo o simplemente despertaba su curiosidad?
Lo conocía de la grabación del DVD de 25 años de Barricada, y ya entonces pensé que era un personaje distinto a los demás. Enrique se ha abierto desde el minuto uno. Es un conversador nato. ¡Hicimos siete horas de entrevista! Y él está tan fresco y lúcido al principio de la charla como al final. Te quedas ensimismado escuchándole. Ha sido un privilegio. Ha abierto su corazón al igual que Mamen, su compañera y una de las figuras más interesantes del documental. Se han abierto y me he sentido muy privilegiado de tener acceso a sus vidas. Yo intento reflejar mi cariño hacia la persona. Enrique es
así, todo corazón y respeto hacia todo su equipo.
Habéis contado con la colaboración de muchos músicos importantes: Rosendo, Cristina Rosenvinge, Tarque, Urbizu, Fito… ¿Os fue fácil?
Ha sido lo más fácil del proyecto. Cualquier puerta a la que llamábamos en nombre de Enrique, se nos abría. De hecho, había muchos más artistas que hubieran querido colaborar en el film. Hasta Rosendo, que se había retirado de todo, no dudó en participar. Enrique tiene muchos amigos que le quieren y respetan muchísimo. Eso puede ser un problema para la película, que todo sea bonito, ideal, contar sólo lo bueno o dándole palmaditas… Pero Enrique no nos hubiera permitido hacerlo. No era bueno para la película y además su vida contiene muchas historias difíciles que nos han permitido profundizar en su persona.
El film contiene lucha, rebeldía, una historia de amor profunda, drogas, amistad, traición, redención, perdón… ¿Se puede pedir más para armar un buen guion?
Es un personaje perfecto para contar una historia. Desde su presencia corporal. Va torcido por la vida, como dice él. Le permite ver las cosas de manera diferente desde pequeño, algo digno de un artista; y a lo largo del documental se ve esa mirada.
Hay también mucha labor de documentación y material de archivo inédito que reflejan un recorrido vital que va en paralelo a una historia colectiva de lucha en el barrio, el feminismo, el antifascismo…
Desde el principio quería contar la transformación de un país desde que Enrique nació en el 59 y relatar las muchas historias y compararlas con la transformación del propio Enrique. Todos los de esa generación que han visto el documental me han dicho que les lleva a esa época y que está muy logrado.
Irene Elorza