"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Perteneciente a la primera promoción de la Elías Querejeta Zine Eskola, en el posgrado de Creación, Marina Palacio, nacida en San Sebastián en 1996, presenta en Zabaltegi el cortometraje Ya no duermo, una reflexión, muy intuitiva, sobre el cine de vampiros y la relación entre generaciones distintas. Ha sido rodada en Palencia, en extensos campos azotados por el viento y monasterios en ruinas, con imágenes muy hermosas que evocan la poética fantasmagórica del relato vampírico, como la que cierra el corto. Es la historia de un niño que quiere rodar un film en el que su tío interpretará la figura del vampiro. Cine en familia, y realidad y ficción: Kechus, el tío, está interpretado por el padre de la directora, Jesús Palacio, y a Miguel, el niño, lo encarna Miguel Burgueño Herrero, sobrino de Jesús y primo de Marina.
¿Cómo surge el proyecto y de qué manera se desarrolla en Zine Eskola?
La idea es anterior a que entrara en la escuela. Había realizado un corto sobre mi abuela, Amá (2018), y me interesa mucho la idea de hacer cine en familia. Tenía en mente la historia, y en la escuela fue desarrollándose, cambiando de rumbo. Mi experiencia en la escuela ha sido maravillosa, encajaba a la perfección con lo que necesitaba hacer al terminar la universidad.
Las conversaciones entre el niño y su tío son siempre muy espontáneas, nada rígidas. ¿Partes de un guion muy estricto o aceptas la improvisación?
Estaba constantemente abierta a la improvisación. De cualquier escena que rodamos, no hay una toma igual que otra respecto a los diálogos, siempre se cambiaban o decían distinto. Hay tomas en las que ni yo sabía lo que iban a decir.
Las aportaciones de tu padre y tu primo son, así, fundamentales.
Mi primo ha estado en algún corto mío, a mi padre le costó, es su primera experiencia frente a una cámara. Al principio se negó en rotundo a hacerla y discutimos por ello, pero ya se mostró menos reticente cuando supo que sería una película sobre vampiros.
Existen desde siempre analogías entre cine y vampirismo como dos formas de adicción, y películas que hablan de ello: Arrebato de Iván Zulueta, The Addiction de Abel Ferrara. ¿Las tuviste en cuenta?
No las tuve en mente porque no quería abordar el tema desde ese lugar, sino lo que significa para mi padre, a quien le encantan los filmes de vampiros.
¿Y a ti te gustan o interesan estas películas?
He visto bastantes, sobre todo por mi padre, que me decía las que tenía que ver, Nosferatu, las clásicas, algunas más…
Antes, en 2017, dirigiste un corto que se titula Miguel en Antoine Doinel, sobre el personaje del cine de François Truffaut. Es también entorno a la infancia, que parece ser un tema muy importante para ti.
Pero no es una decisión premeditada. Sin quererlo activamente, es lo que termino tratando. El corto del que hablas es una pieza-homenaje a la escena final de Los 400 golpes, cuando Antoine ve por primera vez el mar. Pero el tema de la infancia aparece en mis filmes sin ser muy consciente. También está presente en el largometraje que estoy preparando.
Tienes pues un proyecto de largometraje ya en mente.
Si, de momento he podido desarrollar la fase de escritura con la beca de Noka en Tabakalera (el programa de mentoring para mujeres cineastas).
Quim Casas