"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Doce obras de otros tantos artistas que reflexionan sobre la relación del cine con las artes plásticas se dan cita en la galería Altxerri hasta el próximo 31 de octubre. Bajo el título general de Remake, la exposición propone cruces, entre lúdicos y subversivos, del cine con la fotografía, la serigrafía, la pintura o el cómic, un interesante juego de apropiaciones y trasvases que vuelven a poner sobre el tapete la influencia que en las artes plásticas del siglo XX y XXI ha tenido y sigue teniendo el cine, pieza medular del arte moderno aunque a veces haya sido rechazado por autores de otros campos y disciplinas.
La exposición se abre con dos serigrafías sobre el final de una película, el célebre the end anglosajón, realizadas en azul o en blanco y negro sobre un muro por el lisboeta Daniel Blaufuks. Edu López, artista de San Senastián, une cine y cómic en la instantánea de un beso que podría pertenecer a una comedia romántica o a una viñeta de Milton Caniff. El estadounidense Ed Ruscha, artista asociado a las corrientes pop, propone un grabado en papel gris, mediante la técnica de la mixografía, extraído directamente del rugoso suelo del angelino Hollywood Boulevard.
La exposición avanza hacia el donostiarra Alejandro Garmendia, fallecido en 2017, cuya propuesta es la de voltear e invertir imágenes hasta conseguir un efecto líquido; el fragmento elegido, de tres minutos, pertenece al Fausto de F. W. Murnau. El barcelonés Miquel Mont medita en su pieza en torno al valor de las imágenes en una época en la que se tiende a devaluarlas, mientras que el fotógrafo y artista plástico valenciano Sergio Belinchón contextualiza la realización de un reportaje publicitario con los trabajadores de una empresa a partir de las tomas falsas.
El guipuzcoano Unai San Martín aporta el fotograbado de un cuervo que inmediatamente nos hace pensar en los pájaros hitchcockianos. El catalán Ignasi Aballí inventa una veintena de carteles, de los que se exponen dos, inspirados en proyectos cinematográficos no realizados de Georges Perec. Y el norteamericano Dennis Adams incrusta fotográficamente varios momentos de Jean Seberg en Al final de la escapada (uno de los filmes homenajeados por Woody Allen en Rifkin’s Festival) en escenas de La batalla de Argel, haciendo confluir dos relatos distintos hasta crear uno de nuevo, muy vinculado también a la realidad política de la actriz.
Dos enormes serigrafías son la base sobre la que el pintor de Hondarribia Iñaki Gracenea explora el efecto de las cámaras de vigilancia y seguridad de las calles. Dos pequeños cuadros especulares en blanco y negro del bilbaíno Alain Urrutia evocan el imaginario del cine clásico. Y al final de este breve e intenso recorrido interdisciplinar, el donostiarra Álvaro Matxinbarrena cierra con una sencilla, geométrica y luminosa pantalla blanca, que es tanto el momento anterior a la proyección como lo que vemos cuando el film concluye y las luces de la sala nos invitan a partir.
Quim Casas