"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
A veces, no siempre, por supuesto, rodar parece el acto más sencillo del mundo. Viendo la última película de Tsai Ming-liang, puede tenerse la sensación, errónea, de que hacer un film como Rizi/Days es muy fácil. A tal depuración expresiva ha llegado el director de El sabor de la sandía que podríamos compararlo con las últimas etapas de algunos clásicos japoneses y estadounidenses: filmar lo esencial.
Así es la historia de estos dos hombres solitarios en la gran ciudad. Uno de ellos, encarnado por el actor de casi todos los filmes de Ming-liang, Lee Kan-sheng, sufre grandes dolores y vive en un espacio tan ordenado como frío y despersonalizado. El otro, más joven, interpretado por Anong Houngheuangsy, tiene como hábitat un cubículo de lo más espartano. Se encuentran, se relacionan y siguen con sus respectivas vidas.
Rizi/Days está construida con tomas muy largas del quehacer cotidiano de ambos personajes por separado hasta que la ciudad les une. Parece sencillo, repito, pero no lo es: cautivar al espectador con esos detalles de la existencia más común, una secuencia en la que el joven prepara la comida en cazos y ollas desperdigados por el suelo; con otra en la que hombre maduro se somete a una sesión de curiosa acupuntura para calmar el tormento del cuerpo y mitigar, quizá, la aflicción de la mente; o con la del masaje erótico, de apabullante firmeza y contención. El control del tiempo y del espacio es primordial en una película de estas características, y Mingliang domina ambos conceptos, como cuando deja respirar a los personajes y captura el largo plano de un cielo azul cuya belleza conmueve, o deja la cámara quieta frente a la fachada de un abandonado edificio de cristales sucios, tan quieto que parece la fotografía de una naturaleza muerta.
Presentada en el último festival de Berlín, Rizi/Days recala en Zabaltegi- Tabakalera, espacio ideal para propuestas de estas características, tan radicales y tan seductoras. Ming-liang ya advierte de sus intenciones con un rótulo solo comenzar la proyección: “Esta película está desprovista intencionadamente de subtítulos”. Sobran las palabras. Todo queda perfectamente expresado con las imágenes –como en la esencia del cine mudo–, aunque con sonidos.
Quim Casas