"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Se viene repitiendo hasta la saciedad desde que nació la sección tal y como la conocemos hoy. Al fin y al cabo, porque es verdad. Zabaltegi- Tabakalera es el ciclo más abierto (como su propio nombre indica), el que da cabida a los cines más diversos, más audaces, menos convencionales, más valientes. Donde no se admiten corsés ni esquemas preconcebidos. Cine un poco “raro”, dicen algunos. Pero esa valentía, esa rareza, no es un mal estado de ánimo para afrontar estos tiempos, asimismo, raros.
La reivindicación de la valentía se antoja especialmente valiosa un año en que, tal y como afirmaba ayer el escritor Harkaitz Cano a la hora de presentar las galas de la presente edición, “nuestros miedos se han acrecentado y nuestros prejuicios moldeado”. Muy a propósito, la sección Zabaltegi-Tabakalera es un marco
dóneo donde vencer miedos y prejuicios, donde los distintos formatos audiovisuales conviven, sin importar duración, género o veteranía de los autores.
Sin complejos, en la presente edición compiten, por supuesto en igualdad de condiciones, por ejemplo, un ilustre veterano como el francés Philippe Garrel, heredero directo de la Nouvelle Vague, que presenta su nuevo film Le sel des larmes / The Salt of Tears, y el cortometraje Ya no duermo de la joven donostiarra Marina Palacio, salida de la primera promoción de la Elías Querejeta Zine Eskola.
Menos puede ser más
Si algo ha demostrado Zabaltegi-Tabakalera es que el formato del cortometraje, tan interesante pero con tan complicada salida comercial, puede dar mucho de sí. Este año, hasta nueve títulos no superan los 25 minutos de duración. Entre ellos, Correspondencia, el nuevo trabajo de Carla Simón, quien tras el enorme reconocimiento que consiguió gracias a su primer largometraje Estiu 1993, vuelve al formato corto (en compañía de la cubana Dominga Sotomayor), proponiendo una suerte de correspondencia visual que da pie a reflexiones sobre el cine, la creación, a herencia o la familia. Otra mujer, Laída Lertxundi, y también en formato corto, aborda la indeterminación de lo que es ficticio o real en Autoficción. Un dato importante: nueve directoras concursan este año en esta sección de veinte películas.
Además, un director bien conocido en San Sebastián, y reconocido internacionalmente, como el coreano Hong Sang-Soo, quien ya ganó en esta misma sección en 2017 con Geu-hu (The Day After), y que un año antes se había llevado la Concha de Plata al mejor director con Dangsinjasingwa dangsinui geot (Lo tuyo y tú), presentará su nuevo largometraje Domangchin yeoja/The Woman Who Ran. Un buen exponente del pujante cine oriental en una sección que ofrece títulos de procedencias tan diversas como China, Portugal, Austria, Egipto o Kazakhstan.
De bastante más cerca llega Juan Cavestany, reconocido dramaturgo español y también exitoso creador televisivo, y que vuelve al cine para presentar Un efecto óptico, película que ofrece un particular juego cargado de humor y cierto surrealismo de realidades confusas y apariencias engañosas. O sea, como el cine mismo.
Gonzalo García Chasco