"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
A Fernando Trueba le gusta dejar claro que El olvido que seremos (película con la que se clausura este año el Festival) es una producción cien por cien colombiana. No es la primera vez que rueda fuera de España. De hecho, las tres anteriores ocasiones en las que compareció en Donostia fue con películas realizadas fuera de nuestras fronteras (El milagro de Candeal, El baile de la Victoria y El artista y la modelo): “El cine es un arte cosmopolita, su universalidad nos une y rodando en Colombia me he sentido querido, mimado y acompañado. Ha sido una experiencia maravillosa”, apunta el director madrileño, quien asimismo reconoce que “rodar fuera te exige integrarte en la realidad que estás retratando, intentar evitar esa mirada de turista del que está de paso”.
El olvido que seremos tiene un origen atípico ya que no parte de un interés de Trueba por adaptar una novela que le fascinó tras leerla, sino que fue el propio autor de la obra, Héctor Abad Faciolince, el que le contactó: “Me dijo que habían decidido hacer esta película y que su productor iba a venir a Madrid para reunirse conmigo. Yo de entrada les dije que no por razones de todo tipo, también por el pudor de asumir una historia tan personal; pero después, comprendí que mi único compromiso como director es con el cine; no con los lectores de la novela, ni con su autor y sus recuerdos, ni conmigo mismo o con mi carrera”. La película de Trueba, como la novela de Héctor Abad, está inspirada en la figura del padre del autor colombiano: un médico y activista por los derechos humanos asesinado en 1987 en Medellín por fuerzas paramilitares. El film de Trueba rezuma humanismo en su acercamiento al personaje, algo que él asume porque “cuando te aproximas a la figura de un humanista como Héctor Abad no puedes hacerlo como si fueras un entomólogo. Como director tienes que ser solidario con tus personajes”. En este sentido, el director destaca la bondad como el rasgo que mejor define al protagonista de su película, y se rebela contra “ese lugar común, que vengo oyendo desde que tengo uso de razón, según el cual se valora la inteligencia del malvado mientras que al que es un buenazo se le define como tontorrón”. Trueba se muestra tajante al afirmar: “El estado superior de la inteligencia excluye la maldad”.
Jaime Iglesias