"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La última película de Woody Allen no sólo está ambientada en el Festival de San Sebastián, también contiene secuencias clave basadas en otros momentos no menos importantes de filmes de Orson Welles, Ingmar Bergman –por partida triple–, Federico Fellini, Jean-Luc Godard, François Truffaut, Claude Lelouch y Luis Buñuel. Cine de autor, todo europeo con la excepción de Welles, en el fondo un apátrida itinerante que rodó en Europa, y Buñuel, de quien se cita una de sus películas mexicanas. Allen siempre ha tenido esa querencia por el cine de los maestros europeos, pero en su filmografía, las citas, guiños, homenajes (y caricaturas) cinéfilas son amplias y celebradas. Además de Groucho Marx y otros autores a los que ya cita Jordi Batlle en su texto, exponemos aquí una breve guía para el cinéfilo que disfruta con las evocaciones cinematográficas del director de Rifkin’s Festival.
El dormilón: las voces de una computadora maligna y varios robots las pone Douglas Rain, no casualmente el actor que dotó la voz al ordenador Hal 9000 en 2001: Una odisea del espacio.
Sueños de seductor: aunque dirigido por Herbert Ross, este film interpretado por Allen se basa en su exitosa pieza teatral (Play it again, Sam) que es tanto un homenaje como una deformación del mito de Humphrey Bogart.
Annie Hall: célebre la secuencia en la que el protagonista encuentra en la cola de un cine al filósofo Marshall McLuhan, pero la idea inicial de Allen habría sido aún más recordada (y cinematográfica), ya que se lo propuso a Luis Buñuel y este lo rechazó.
Recuerdos: es la particular revisión/ homenaje al Ocho y medio de Fellini, con su misma estructura entre el sueño y la realidad.
La comedia sexual de una noche de verano: si Interiores apela al Bergman más tenso y dramático, este filme evoca al Bergman luminoso de Sonrisas de una noche de verano.
Zelig: la historia de un auténtico camaleón que aparece en momentos históricos de máxima importancia está planteada como un delirante falso documental.
La rosa púrpura de El Cairo: la idea del actor que sale de la pantalla para intimar con la espectadora fantasiosa que encarna Mia Farrow está tomada de El moderno Sherlock Holmes, en la que Buster Keaton se introduce literalmente dentro de la película proyectada en un cine.
Sombras y niebla: un delicioso homenaje a la fotogenia en blanco y negro del expresionismo alemán.
Otra mujer: la sola presencia de Gena Rowlands y algunos elementos argumentales sintonizan con la obra de John Cassavetes.
Maridos y mujeres: inspirada formalmente tanto en la espontaneidad y libertad de la cámara del mismo Cassavetes como en el cinéma- vérité.
La maldición del escorpión de jade: evocación retro y ligera de los filmes de intriga de serie B de los años cuarenta, con tramas de magia e hipnosis.
Un final made in Hollywood: en un chiste realmente salvaje, Allen encarna a un director que rueda una película pese a quedarse ciego y la crítica francesa ensalza “su nuevo estilo” de hacer cine, aunque no viera nada de lo que rodaba.
Quim Casas