"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Michel Franco (Ciudad de México, 1979) conoce bien el Zinemaldia. Su primer largometraje, Daniel y Ana (2009), compitió en Horizontes Latinos, sección a la que volvió con Después de Lucía (2012), Chronic (2015) y Las hijas de Abril (2017). Es además productor de títulos como 600 millas (Gabriel Ripstein, 2015), que también pudimos ver en San Sebastián. Su última película, Nuevo Orden, participa en la sección Perlak y además, en esta ocasión, es miembro del jurado de la Sección Oficial.
¿Cómo ha vivido la experiencia de formar parte del jurado oficial?
He estado en muchos jurados; me gusta la labor; pero, especialmente después del encierro por la pandemia, se agradece poder ver tres o cuatro películas al día, con público en la sala. Está siendo una experiencia muy grata y además el jurado es muy simpático. José Luis Rebordinos hizo un gran trabajo juntándonos.
Recién aterrizado de Venecia, donde Nuevo orden se alzó con el León de plata, ¿cómo afronta estar ahora al otro lado y tener la responsabilidad de definir un palmarés, siendo consciente del impacto que tienen estas decisiones para la vida útil de las películas tras el festival?
Esto es mucho más fácil, porque simplemente tengo que ver películas, discutirlas con mis compañeros y repartir premios, a diferencia de la odisea que es hacer y terminar una película, y llegar a la première, donde el destino de la película y la vida se definen en gran medida esa noche; y después en la ceremonia de premiación a la que tuve mucha suerte de ser llamado. Ser jurado lo hago con un sentido de responsabilidad profundo. No me lo tomo a la ligera, pero es fácil, es un placer, es un regalo realmente. Cuando me llamó José Luis para proponérmelo, acepté en un segundo y le dije literalmente “gracias por el regalo”.
Cómo jurado, ¿qué valora más de las películas a competición? A la hora de juzgar las candidatas, ¿puede más la parte de guionista, la de cineasta, la de productor?
Busco que me sorprendan, que me conmuevan. Es difícil encontrar algo realmente nuevo… Pero al menos, dar con algo fresco. Cuando soy jurado trato de ser público, me sitúo en la butaca del espectador normal y veo la película con buenos ojos. Trato de que funcione, y no intento
intelectualizar la experiencia de ver cada película.
¿Cómo ve el futuro del cine?
Desde mi primera película en 2008, se hablaba de lo maravilloso que había sido el cine y la gente se lamentaba porque el sector estaba entrando en crisis… Incluso cuando arranqué con los cortos en el 99, se decía más de lo mismo. Ser director de cine es la guerra. Lo único que podemos exigir —y no digo pedir— es que los apoyos gubernamentales se mantengan o crezcan; de un modo darwinesco, quien se quiera ir a las series, que descanse en paz su carrera, si es que la tenía. Quedaremos unos cuantos necios que seguiremos haciendo películas, y habrá un público al que le lleguen. Yo creo que nunca va a desaparecer el cine, no es una preocupación central que tengo. Las series no ofrecen reflexiones, sirven solo para evadir la realidad. El cine te ayuda a entenderte como individuo y como sociedad, y entender por qué hacemos lo que hacemos.
Nuevo orden no es una película política, sino que trata de comprender la dimensión social de los conflictos que retrata…Y las series nunca ofrecen eso. En la Sección Oficial del Festival hay variedad en cuanto a propuestas reflexivas, he visto cine francés, japonés, americano… Y claro que es un banquete de ideas y de emociones. Ha sido un deleite.
Amaiur Armesto