"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Gal-Mae-Gi / Gull es el primer largometraje de Kim Mi-jo (Jeonju, 1989), que llega a Zinemaldia tras su estreno en el Festival Internacional de Cine de Jeonju en el que se alzó con el Gran Premio —Wavve Award— en la competición coreana.
¿Cómo fue recibida la película en Jeonju, su ciudad natal?
Mucha gente empatizó con O-bok y se enfadaron más de lo que me esperaba. Su historia les hizo pensar en sus madres o parejas, o incluso en momentos del pasado en los que quizá no fueron capaces de reconfortar con una palabra amable a alguien que estuviera confesando una agresión sexual. De la misma manera que la protagonista lucha para que su voz sea oída, cualquier persona en este sistema llamado sociedad atraviesa momentos en los que debe sacrificar su propia voz por una causa mayor, o ha visto cómo su voz es ignorada, y por eso la película logra un vínculo directo con la audiencia.
¿Cómo fue el proceso de escritura?, y ¿de dónde surgió la inspiración?
Escribí una primera versión en mayo de 2018. Un mediodía, paseando por la orilla del río, reparé en un chico de unos veinte años que seguía muy de cerca a una mujer de mediana edad, que me recordaba a mi madre. Sentí mucha ansiedad y me mantuve alerta un buen rato, sin perderlos de vista. He sufrido varias agresiones sexuales en el pasado —en el metro, en la calle y en otros lugares— y sabía que algo iba mal. Mientras les observaba no pude evitar pensar en mi madre, en qué haría yo si le pasara algo así a ella, y ese fue el germen del guion, concebido al inicio desde la perspectiva de una hija cuya madre sufre una violación, aunque, conforme profundizaba en el relato, aumentó mi curiosidad por el punto de vista de O-bok, y pasó a ser la protagonista clave de la historia.
Su película habla del comportamiento humano, las desigualdades y las normas sociales, y de la opresión de las mujeres de manera más específica, desde una perspectiva inusual. ¿Era importante situar la historia en este contexto concreto?
El mundo está compuesto por esos factores, por lo que podría decir que permearon en mi película de manera natural más allá de que yo buscara incluirlos a propósito en la historia. Son temáticas que siempre me han interpelado, y quise profundizar en los orígenes, en cómo funcionan. Además, si bien es cierto que la sociedad coreana está cambiando mucho gracias a la acción de varios movimientos sociales, la desigualdad y discriminación siguen arraigadas en lo más profundo de
nuestra sociedad y no es fácil encontrar una solución alternativa para un problema tan enquistado. Necesitamos prestar mayor atención a estos temas, hablar sobre ellos y compartir nuestra posición crítica al respecto.
¿Qué le gustaría decirle a la gente que acuda a ver su película?
Me gustaría decirles que Gal-Mae-Gi no es una película sobre una mujer víctima de una agresión sexual, sino que, a través de su historia, quería hablar sobre una madre, y sobre cómo una persona a la que le han quitado su dignidad consigue encontrar su voz. Esta es la historia de la lucha de O-bok y no un relato triste sobre una mujer agredida, porque sobre todo quería hablar de la esperanza como elemento clave; dar una alternativa verosímil a la realidad y alejarla de la tragedia. Espero que las espectadoras y espectadores del Zinemaldia sigan a O-bok mientras supera su catástrofe y la acompañen en esta historia.
Amaiur Armesto