"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Catarina Vasconcelos (Lisboa, 1986) presentó la noche pasada en Zabaltegi- Tabakalera su debut en el largometraje, que le llevó seis años de trabajo de profundo ahondamiento en sus raíces a través de los misterios que rodean a las personas que mueren y ya solo habitan en los árboles, los pájaros, o las ficciones que se construyen. Un juego de poesía, fragilidad y memoria. Como dijo uno de sus tíos al ver A metamorfose dos pássaros, “quizá las cosas no pasaron así, aunque quizá sí”.
Me gustaría empezar por el final de la película, con ese registro sonoro tan emocionante que cierra la película. ¿Qué fue primero, la relación con el archivo familiar o la idea de hacer este film?
Nunca me habían preguntado sobre el final de la película y me hace muy feliz porque precisamente ese fue el comienzo de todo. Estaba hablando un día con mi padre y me dijo “por cierto, tu abuelo va a quemar todas las cartas de la abuela”. Como yo no había podido conocer a mi abuela, me puse muy triste. Sentí que era muy injusto que alguien tuviera que morir dos veces.
Un día encontré una grabación fonográfica que mi abuela y sus hijos enviaron a mi abuelo, cuando trabajaba durante meses en el mar. Todavía me emociono cuando recuerdo el día escuché la voz de mi abuela. Durante las Navidades de ese mismo año, reproduje la grabación con toda mi familia presente. Fue una gran conmoción, algo se abrió y vi que había algo ahí que nos conectaba a
todos. Fue este gran vínculo entre el documento y el amor lo que me hizo empezar con la película.
La película, estéticamente, se podría describir como una sucesión de naturalezas muertas. De hecho, cuando Beatriz muere, se cuenta que sus hijos se sintieron como naturalezas muertas. ¿De qué manera abordó el aspecto formal del film?
Ya en el guion me esforcé mucho en describir cada imagen, como si fueran cuadros plásticos, natures mortes, en movimiento. Mi formación en Bellas Artes me lleva sin duda hacia ese terreno. Cuando hablé en esos términos con el director de fotografía, Paulo Menezes se emocionó porque él también viene de la pintura. Me sentí trabajando con él como si pintara con luz.
Siempre he sentido que en esas palabras, ‘naturaleza muerta’, había una gran contradicción. En la película también jugamos con esa contradicción, en cada encuadre inmóvil hay una tensión entre la vida y la muerte.
Su película experimenta constantemente con el lenguaje y el sonido. Hay un momento central en donde su padre recita la palabra “madre” en muchos idiomas, como queriendo ir más allá de vuestra propia vivencia.
No creo que mi historia en particular tenga nada de extraordinario. Por desgracia, en nuestras vidas muchos vivimos la muerte de nuestra madre, es así. Durante un tiempo tuve el miedo de que la película se estancara demasiado en la historia cerrada de una familia concreta. Pero precisamente porque no es extraordinaria, creo que nos puede apelar a todos. Me gustó expresar este deseo llamando a la ‘madre’ en tantos idiomas. En muchos, esta palabra empieza con la ‘m’ y pensé en como eso expresaba que venimos todos de lo mismo.
Marc Barceló