"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Juan Cavestany triunfaba en los escenarios teatrales a finales de la década pasada con su obra “Urtain”, recreación de la vida del boxeador guipuzcoano quien muy bien podría haber engrosado la lista de celebridades olvidadas y desahuciadas que mostró Manuel Summers en su film Juguetes rotos. Algo del espíritu del Summers de aquella época puede rastrearse en la obra de Cavestany, que también ha tenido éxito en la televisión con la serie Vergüenza, escrita y dirigida con Álvaro Fernández Armero: un tratado salvaje y corrosivo, también triste, sobre una pareja que hace el ridículo en todo tipo de circunstancias (y lo hace mucho, hasta despertar en los demás el terrible sentimiento de la vergüenza ajena).
El cine es algo distinto para Cavestany. Continúa siendo un laboratorio de pruebas, como la narrativa televisiva –es también coautor junto a Diego San José y Víctor García León de la miniserie Vota a Juan– y la dramaturgia teatral –en la que destacan sus trabajos con el colectivo Animalario o las revisiones del “Macbeth” shakesperiano (titulada “Los Mácbez”) y “Moby Dick” de Herman Melville–, pero quizá más libre e independiente, con otro tipo de relación con el espectador. Hay algo que atrae inmediatamente en Cavestany, la capacidad para ponerle a sus películas unos títulos casi abstractos pero con gancho, que parecen no querer decir nada pero que dicen mucho. Dispongo de barcos es mi favorito, pero no están nada mal Gente de mala calidad y Gente en sitios; este último es un elogio de la economía de medios para expresar algo tan obvio como el deambular de las personas por los espacios que habitan o transitan.
La mayoría de sus películas las ha rodado cámara en mano, con presupuestos reducidos (o directamente sin presupuesto), pero contando con la complicidad de intérpretes conocidos como Maribel Verdú, Antonio de la Torre, Santiago Segura, Irene Escolar, Ernesto Alterio, Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Adriana Ugarte o Roberto Álamo; en eso, es ‘nuestro’ Terrence Malick particular. Carmen Machi y Pepón Nieto conforman la pareja atrapada en un tiempo y un lugar (gente en sitios, de nuevo) de Un efecto óptico, film realizado quizá con más medios pero el mismo espíritu de galo irreductible que representa Cavestany en el cine español tras aquel primer esbozo de ‘comedia pija’ que hizo al alimón con Enrique López Lavigne, El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo.
Amante de las combinaciones, Cavestany participó en Esa sensación, tres historias entrecruzadas firmadas con otros dos autores inclasificables del ‘low cost’, Pablo Hernando (director de Bersecker) y Julián Genisson, (codirector de La tumba de Bruce Lee, actor de Bersecker y miembro de Canódromo Abandonado, colectivo más allá del post-humor con el que Cavestany ha colaborado en la obra “Tres en coma. Castigado sin cuerpo”). Su último trabajo es Madrid, interior, o cómo pulsar los efectos íntimos e individuales de la pandemia.
Quim Casas