Dramaturgo premiado, cineasta con ya un buen puñado de títulos en su filmografía, y en los últimos años sobre todo creador televisivo (su serie junto a Álvaro Fernández Armero, Vergüenza, compitió en esta misma sección en 2017), el madrileño Juan Cavestany retorna al cine en 2020. Tras presentar hace pocos meses Madrid, interior, colección de vivencias durante el confinamiento de un amplio abanico de personas en sus propios hogares, ahora presenta en Zabaltegi-Tabakalera una película que es también un juego en torno al viaje a Nueva York de un matrimonio (interpretado por Carmen Machi y Pepón Nieto) que comienza a repetirse en bucle pero con variaciones. Y quizás, ni siquiera están en Nueva York.
Presentó hace poco Madrid, interior fruto del confinamiento, pero supongo que llevaría tiempo trabajando en este proyecto. ¿Cómo nació?
Un efecto óptico la rodamos en noviembre de 2019 y tuvimos que parar por el estado de alarma en mitad del montaje, pero realmente es un proyecto que viene de mucho antes. Este proyecto nació de un guion para una historia fantástica que escribí después de Gente en sitios, hace ya más de cinco años. Era una película con temas y tono similares, pero con otros personajes. Quedó aparcado mientras me dediqué a la serie Vergüenza, con la que empecé una asociación de producción con Álvaro Fernández Armero. Pensamos que podríamos sacar este proyecto adelante de forma muy independiente, muy ar tesanal, muy hecha por nosotros. Y así ha salido, una película que está buscando ahora, a partir de este festival, su vida posterior.
¿Y desde aquel primer guion planteó este juego de confusiones y bucles que ofrece la película ahora?
No. Al principio era una película que sí tenía un tono extraño y misterioso, pero de otra manera, no era de repeticiones o bucles temporales, era la historia de dos parejas de turistas españoles que se conocían en el avión a Nueva York y pasaban unos días allí juntos con una relación muy particular. Pero después de varias reescrituras lo reduje a un corto de apenas quince minutos que se centraba ya en una sola pareja de turistas que va a Nueva York, pero que se mueve en espacios que no parecen Nueva York. Ese fue en realidad el proyecto que propuse a mis socios, pero ellos me animaron a volver al largo. Entonces emergió la idea de la repetición y los bucles temporales. Ha sido un proyecto que se ha ido amoldando a las posibilidades.
Algo que me ha gustado mucho ha sido la idea del poder de manipulación de la realidad a través de las imágenes.
Totalmente. La película aborda varios temas, como por ejemplo el del nido vacío, porque a esa pareja lo que le afecta es la ausencia de su hija, pero hay otros temas más abstractos como el que tú dices. Es una película que trata sobre la imagen. El cine es un truco; una manipulación constante de la imagen, del tiempo, del punto de vista. Y por supuesto, también del tono. Por eso, a nivel técnico, una película es un efecto óptico, porque una película es una colección de fotogramas estáticos que puestos a determinada velocidad dan la sensación de movimiento y vida. Cuando el espectador lo ve, conecta con ello como algo que está ocurriendo, pero sucede gracias a un truco irreal y mágico que es el montaje, que puede manipular lo que creemos percibir.
También me transmite la sensación de que uno no dirige su propia vida. ¿Es posible? Según el punto de vista o las ligeras variaciones que se hacen, los resultados cambian.
¡Qué buena idea! Mira, no lo había contemplado como tal, pero me gusta mucho esa reflexión y conecta con ideas de las que sí era consciente cuando hice la película. Por ejemplo, un turista es un personaje que se hace él mismo con su propio guion en un lugar que visita y que es su escenario. En ese sentido, es un muñeco en manos de un sistema cultural. Todos estamos interpretando papeles constantemente. Además, como tú dices, es cierto que en la película van cambiando los puntos de vista, luego también los diálogos, los roles, y al final los resultados, al margen de la voluntad de los personajes.
¿Es también una reflexión sobre los códigos del cine? Arranca con lo que aparenta ser una comedia absurda, quizás surrealista, pero el tono luego se acerca a fórmulas diríase casi de terror.
Sí, la mezcla de tonos y géneros es precisamente lo que más me interesa. Mis películas nacen generalmente de una escena, de una imagen. En este caso, dos personas mirando una guía turística, aunque lo que miran no coincide con lo que se ve luego en pantalla. Y esa escena puede ser cómica o terrorífica. Esta película también trata de buscar la conexión de cómo pasar de lo uno a lo otro.
Gonzalo García Chasco