"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En la Sección Oficial de un festival cinematográfico pueden (o deberían) convivir sin problemas las películas realizadas por cineastas veteranos, premiados y consagrados con aquellas que suponen el debut o la segunda realización de directores y directoras nóveles. San Sebastián ha mostrado esta convivencia en muchas ocasiones. Como ocurrió en 2013 con la ópera prima de Fernando Franco, La herida –que participó en la Sección Oficial y logró además el Premio Especial del Jurado y el de mejor actriz–, este año se suma a la competición la debutante Belén Funes con La hija de un ladrón, un drama tenso sobre la relación entre una joven y su padre interpretados, en tour de force artístico y familiar, por Greta Fernández y su padre, Eduard Fernández, quien ya desfiló por las pantallas del Festival hace unos días con la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra.
Guillaume Nicloux ha rodado unos cuantos más, pero trabajar en dos ocasiones con el escritor Michel Houellebecq debe curtir. Le dirigió en aquella extraña fantasía entre la realidad y la ficción titulada El secuestro de Michel Houellebecq, de 2014, que ahora complementa o completa con un segundo acercamiento titulado Thalasso, en el que el célebre y controvertido autor de “Lanzárote”, “La posibilidad de una isla” y “Las partículas elementales” coincide ni más ni menos que con Gérard Depardieu en un centro de talasoterapia. Su desafío no es estar más saludables, sino enfrentarse con el régimen estricto que el centro les impone. El desafío de Nicloux es contener y al mismo tiempo liberar el carácter expansivo del escritor y el actor, a quien ya había dirigido en tres otras ocasiones.
Houellebecq y Depardieu viven su mundo aparte. También el realizador japonés Takashi Miike practica un cine que a veces no parece de este mundo. Híper-productivo, ha tocado todos los géneros –especialmente el fantástico, la comedia absurda y la acción– y este año viene al Festival, creo que por vez primera en su ya dilatada trayectoria, para agitar a su manera la sección Zabaltegi-Tabakalera con Hatsukoi/First Love. Miike a pleno rendimiento: un boxeador en crisis, una joven prostituta enganchada a las drogas pero aún idealista, un yakuza, un policía corrupto, una asesina a sueldo de las triadas… Podrá gustar más o menos, pero Miike no deja (casi) nunca indiferente.
En las antípodas de los iconoclastas Miike y Houellebecq, también del drama íntimo diseñado por Funes, se sitúa quien posiblemente sea el director de temas sociales con más éxito de público, el británico Ken Loach. Con Sorry We Missed You, en la sección Perlak, regresa a San Sebastián, certamen en el que acostumbra a ganar el Premio del Público, tras su escala de hace unos meses en Cannes. Su nueva aportación al retrato de la deriva social y económica de los tiempos actuales, también de la desorientación ética de las últimas décadas, se centra en los problemas de una familia de Newcastle y la aparente solución a los mismos. Loach parece que ni quiere ni puede variar de estilo y de temáticas, y Sorry We Missed You es una nueva crónica, no precisamente esperanzada, de la presión que no cesa del capitalismo sobre la clase obrera.
Quim Casas