"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La acción de la última película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood, transcurre en 1969, el año en el que todo cambió en la denominada meca del cine, el año de la cristalización definitiva del Nuevo Hollywood: una ruptura radical en cuanto a temas, enfoques, estilos y formas de producción, de Bonnie y Clyde a la independencia de Easy Rider. Seberg, el film que inauguró la sección Perlak del Festival el pasado viernes, también está ambientado en aquella época, cuando Jean Seberg intimaba con el primo de Malcolm X y se solidarizaba con los movimientos civiles y los Panteras Negras justo después de protagonizar La leyenda de la ciudad sin nombre, el musical a destiempo que representaba todo aquello que combatía el Nuevo Hollywood. James Franco, director y actor inquieto donde los haya, inscribe igualmente en este periodo crucial su último trabajo, Zeroville, presentado fuera de competición en la Sección Oficial. El fin de los sesenta, el final del idealismo del cine clásico, parece estar muy presente en el actual Hollywood, o el Nuevo y Renovado Hollywood.
El film de Tarantino concluye la noche en que los acólitos de Charles Manson se acercaron a la casa de Sharon Tate y Roman Polanski. El de Franco comienza en ese preciso momento: el personaje interpretado por el propio Franco recala en ese Hollywood cambiante la misma noche del asesinato de Tate. Y a partir de ese momento, en una espiral de acontecimientos que incluyen drama, comedia, intriga, obsesión y delirio, se suceden los encuentros entre Spielberg, Schrader, Scorsese, Coppola y compañía, el triunfo ‘indie-motero’ de Hopper, el rodaje de Apocalypse Now, el estreno de Cabeza borradora, la irrupción de Gus Van Sant interpretándose a sí mismo y hasta una referencia a Vampyros Lesbos, a su director, Jesús Franco, y a su musa y actriz Soledad Miranda, revivida por Franco bajo los rasgos de Megan Fox. No es un festival cinéfilo, sino una reflexión, eso sí, al modo de Franco (ganador de la Concha de Oro en la edición de 2017 con The Disaster Artist, otra muestra de cine sobre cine) en torno a lo que pasó en Hollywood entonces y cómo ha continuado influenciando en el cine contemporáneo.
La directora polaca Malgorzata Szumowska afronta en The Other Lamb (Sección Oficial) los entresijos de una secta que no se esconde para nada: no puede ser de otro modo llamándose El Rebaño. Y el brasileño Alejandro Landes explora en Monos (Horizontes Latinos) los avatares de un grupo de niños guerrilleros que se estrenan bajo la atenta y exigente mirada de un paramilitar en la cima de una montaña mientras cuidan a la mujer estadounidense que tienen de rehén. Ambos filmes, desde perspectivas diferentes, contemplan con crudeza universos cerrados y terribles donde prima el exterminio de las voluntades individuales.
Tres citas de hoy a tener en cuenta aunque, por supuesto, hay muchas más: la adolescencia incómoda de La inocencia y Las buenas intenciones (ambas en New Directors), realizadas por Lucia Alemany y Ana García Blaya, o la proyección única de toda la serie El fiscal, la presidenta y el espía de Justin Webster, sobre el asesinato de un fiscal de Buenos Aires y cómo los hechos afectaron a distinta escala en Estados Unidos, Israel e Irán.
Quim Casas