"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nacido en Mali en 1978 y criado en los suburbios de París, ha debutado con el largometraje con Los miserables, un relato entre el policial y el documental que nos muestra una jornada en el barrio de Montfermeil y que fue la sensación del pasado festival de Cannes, donde ganó el Premio del Jurado.
¿Cuál fue la génesis de este proyecto?
Bueno, yo formo parte de un colectivo llamado Kourtrajmé que surgió en los noventa y con el que, desde que tenía diecisiete años, me he dedicado a rodar escenas en mi barrio. Hace un par de años hice un corto llamado Les Misérables y este largometraje surgió un poco de ahí, de profundizar en esa voluntad de denuncia que tenían mis trabajos previos.
No es la primera vez que los suburbios parisinos aparecen retratados en el cine. Sin embargo sí que es de las primeras ocasiones en las que ese retrato procede de un cineasta formado y establecido en esos barrios.
Sí, y creo que es algo importante, porque no es lo mismo tener una mirada desde dentro que desde fuera. Cada vez que ha venido un cineasta a hablar de lo que pasa en los suburbios, a pesar de venir cargado de buenas intenciones, el resultado final rara vez ha ido más allá del cliché. Por eso acabo de inaugurar una escuela de cine en mi barrio, con la idea de formar a jóvenes que sean capaces de contar, a través de las películas, aquello que acontece en su realidad más inmediata.
El título de su película evoca la obra cumbre de Victor Hugo; sin embargo, no es una adaptación como tal.
No, es más una relectura que una adaptación. Victor Hugo es una referencia de las letras francesas, pero también lo es para los de mi barrio ya que hay capítulos de “Los miserables” que están ambientados en Montfermeil. Yo creo que pueden establecerse analogías entre algunos personajes de la novela y algunos de los perfiles que aparecen en mi película. De ahí el título.
El film se cierra, de hecho, con una frase de Victor Hugo donde dice “No hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”.
En esa frase está la esencia de lo que quería transmitir con esta película. Me gustaría que Les Misérables fuera un grito de alerta que hiciera reaccionar a la clase política hacia lo que ocurre en lugares como los que retrato en el film.
¿Piensa que los políticos actuales son un ejemplo paradigmático de lo que para Victor Hugo eran los malos cultivadores?
Totalmente. La clase política actual solo está pendiente de asegurarse su confort. De hecho me atrevería a decir que el problema es que no tenemos políticos, solo tenemos hombres de negocios y oportunistas.
¿Y los ciudadanos? ¿Piensa que vivimos alienados? Se lo pregunto por la secuencia que abre la película.
Les Misérables, efectivamente, se abre con una escena que refleja un momento de euforia popular muy puntual, al calor del triunfo de la selección francesa de fútbol en el Mundial de Rusia. El fútbol, en nuestros días, se ha convertido en el opio del pueblo, es lo único capaz de poner de acuerdo a una masa ingente de personas sin nada en común. Tanto es así que al acabar ese momento de celebración cada quien vuelve a su singularidad y a sus problemas sin preocuparse de lo que pueda ocurrirles a los demás. Es curioso como esos momentos de euforia nos llevan a crear espacios de consenso, pero resulta dramático como en esos espacios no hay lugar para pensar ni para reflexionar.
Jaime Iglesias