"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tres perfiles muy diferentes (y en consecuencia tres visiones) son los encargados de conceder el premio Zabaltegi-Tabakalera. La presidenta del jurado, la vasca Laida Lertxundi, es cineasta y aporta su perspectiva desde la propia creación; el francés Jean-Pierre Rehm es profesor y escritor de cine y arte, y director del Festival Internacional de Cine de Marsella (FIDMarseille); y la brasileña Silvia Cruz, fundadora de la distribuidora Vitrine Filmes y socia de la productora Sancho & Punta, es buena conocedora del lado de la industria. Los tres tienen por delante varios días de visionados de películas de lo más diverso que reconocen va a suponer un difícil reto, y que les augura intensos debates. “Pero es prometedor”, aclara Rehm, en base a los nombres de algunos participantes que ya conoce, y a la variedad de propuestas.
El jurado anticipa una sección difícil de juzgar pero “muy prometedora”
La primera cuestión que emerge, lógica en el caso de la naturaleza de la sección de la que son jurado, es cuáles pueden ser los criterios a tener en cuenta cuando te enfrentas a obras audiovisuales tan diferentes pero que compiten en un mismo nivel. Puede resultar complicado, pero para ellos esta variedad es sin lugar a dudas muy positiva. “A mí me parece muy interesante que no haya una convención formal de lo que es una película y que se valoren por igual todos los formatos”, indica la presidenta del jurado. “Es que el cine no es sólo uno”, añade Jean-Pierre Rehm, “y siempre debería ser así, como sucede en esta sección”.
Al final, para ellos, lo que importa a la hora de valorar las películas no es tanto tener unos criterios determinados o definidos, que seguramente cada uno tenga los suyos, sino, y esto lo comparten, que la obra sea capaz de conmover y de sorprender. Y en este sentido, tal y como afirma Silvia Cruz, “nunca sabes realmente qué es lo que te va a conmover. Por eso, como la filosofía de la propia sección, nosotros tenemos que ir con actitud completamente abierta a lo que nos podamos encontrar”.
“Es fácil que un tsunami te impacte, pero también puede hacerlo quizás tan solo un pájaro en una rama, o uno que alza el vuelo, el que te cautiva en un único segundo de película. No tiene por qué valer más como evento el tsunami que el pájaro. Quizás puede ser más ‘sorprendentemente sorprendente’ ese momento puntual, ese pájaro”, explica Rehm.
Futuro y tecnología
Es habitual que en relación a Zabaltegi-Tabakalera se recurra al clásico debate en torno al futuro del cine, el impacto de la tecnología digital, los nuevos formatos, o las formas más experimentales de hacer cine o entrecruzarlo con distintas manifestaciones artísticas. “No entiendo el miedo que existe en relación a la tecnología, como si fuera a matar el cine porque la gente ya no va a las salas”, dice Rehm. “El cine debe ser un verdadero encuentro entre el creador y el espectador, pero si esa manera de verse el cine muere, morirá, no podemos hacer nada al respecto. Pero no hay que tener miedo, porque en realidad la tecnología lo que hace es influir a la hora de crear, y se sigue creando, ahora de maneras que antes no se hacía. Eso es lo que importa. Yo no tengo miedo”.
Pero a Laida Lertxundi sí le gusta concluir con una defensa de la sala de cine y de eventos como los festivales: “Creo que hay películas que deben verse en una pantalla grande y no en un ordenador, porque exigen detenimiento y atención al detalle, al paisaje, a las formas. Además, ver todos juntos una película en silencio puede hacer la experiencia más emocionante. Un festival te devuelve esa grata sensación”.
Gonzalo García Chasco